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Sture Bergwall, el mayor asesino en serie de Suecia, inventó sus crímenes
Confesó ser el responsable de 33 muertes y fue condenado por ocho de ellas. Al parecer, se autoinculpó para hacerse famoso y con ello generó el mayor escándalo judicial en su país.
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Un hombre considerado como el peor asesino en serie de Suecia saldrá pronto en libertad, tras pasar casi 20 años en un instituto psiquiátrico, por haber inventado sus crímenes, al parecer con el objetivo de adquirir fama.
Sture Bergwall, de 62 años, que también decía llamarse Thomas Quick, había confesado ser el responsable de 33 muertes y había sido condenado por ocho de ellas.
Un tribunal de la ciudad de Umea, en el noreste de Suecia, anuló la semana pasada las tres últimas de las ocho condenas por asesinato. Según el tribunal, Bergwall había confesado sus crímenes "bajo la fuerte influencia de medicamentos con efectos narcotizantes y otras medicinas".
Bergwall había revelado a la Policía detalles espeluznantes, incluyendo la descuartizamiento de cadáveres y prácticas de canibalismo, al confesar ser el autor de toda una serie de asesinatos cometidos en Suecia entre 1976 y 1988 y que nunca habían sido esclarecidos.
Para que los investigadores creyeran sus confesiones, el sujeto había aprendido de memoria todos los datos publicados en los medios sobre los asesinatos no esclarecidos. Además, tenía antecedentes criminales por haber cometido entre 1970 y 1990 varios actos de violencia, también de índole sexual, contra hombres jóvenes.
Los psicólogos habían catalogado a Bergwall como una persona con un patológico afán de protagonismo y le "recompensaron" con la entrega de las drogas que les pedía.
Cuando la anulación de las tres últimas condenas por asesinato cobre validez jurídica en las próximas semanas, la ministra de Justicia de Suecia, Beatrice Ask, decidirá la eventual creación de una comisión para investigar lo que se ha convertido en el mayor escándalo en la historia judicial del país escandinavo.
Entre los afectados por las mentiras de Bergwall figuran, sobre todo, los deudos de algunas de las víctimas de los asesinatos. Seis de los ocho casos ya han prescrito.
Como los policías, los fiscales y los jueces creían las confesiones de Bergwall, los familiares probablemente nunca sabrán quién o quiénes fueron en realidad los asesinos de sus seres queridos.
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