¿Nos acercamos al precipicio?

1).- “Raspando” fue la palabra utilizada por el propio presidente Kuczynski al calificar el resultado electoral que le dio la victoria sobre Keiko. La diferencia fue de solo 42 mil votos de los 14 millones 100 mil votos válidos.

Menos del 0.3%. Todos coinciden en que, salvo Verónika Mendoza, cualquier otra candidatura que disputara con FP la segunda vuelta le ganaría a Keiko. El antifujimorismo se convirtió en algo parecido al antiaprismo de los años 1930-56. Solo el antiizquierdismo superaba al antifujimorismo. El miedo, casi terror, generado por quienes manipulan la subjetividad de la política también decide muchas cosas. Muchos de los que votaron por PPK creyeron que salvaban al Perú de una reciclada autocracia, aunque no sospechaban lo que se vendría.

2).- Soy de los que sostienen que el principal responsable, no el único, de la actual crisis política es el comportamiento presidencial. Si bien existía una frustración ante la inoperancia de PPK, el vergonzoso canje del indulto humanitario a cambio de salvarse de la vacancia presidencial provocó la indignación ciudadana. Por eso la presión para su alejamiento del poder como requisito para que la crisis no empeore, como sucede cuando una gripe mal curada termina en una grave neumonía. El paciente en riesgo es el país.

3).- Hay tres escenarios posibles para conseguir lo anterior, la renuncia, vacancia o una larga agonía que terminaría en revueltas y desborde de la violencia con un pronóstico reservado. De este último, auspiciado por pequeños grupos de variados orígenes y diferentes intereses, algunos no muy santos, habría que cuidarse. La parálisis y el desgobierno son terreno fértil para el avance de lo más oscuro de la política y la economía. La salida, por lo tanto, debe enmarcarse al interior de los linderos propios de la democracia y la constitucionalidad vigente. Me ratifico en que el inicio de la solución es que el primer vicepresidente, Martín Vizcarra, se haga cargo del gobierno.