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La mala educación
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Hay dos formas de sentirse menos ignorante: te educas o impides que los demás se eduquen. ¿Cuál creen que elige un congresista?
¿Cuál es el encargo más difícil que existe? Complicado decirlo. Pero en la lista está, sin lugar a duda, encargarse de una campaña de imagen de este Congreso. Sería como promover la vocación democrática y tolerante del fujimorismo.
No podría ni entrevistarse a los congresistas. Difícilmente podrían sostener más de 10 segundos de coherencia. A los 20 segundos nos preguntaríamos cómo podemos llamar padre o madre de la patria a alguien incapaz de formular una idea (y no digo idea inteligente, sería mucho pedir).
Cada vez que escribo un artículo en que critico al Congreso, varios comentarios están de acuerdo y lo atribuyen a la falta de educación de los congresistas. “Hay que obligarles a tener título universitario”, dice alguno. Otro, más indignado aun, exige que tengan maestría.
Siempre he discrepado de esas exigencias. No creo que la falta de educación formalmente impartida en un colegio o una universidad te descalifique para poder hacer algo por tu país. Tampoco creo que tener educación te acredite como alguien con méritos suficientes. Por el Congreso han pasado hasta dueños de universidades y miren cómo reparten lisura e ignorancia.
Pero este Congreso me hace dudar de lo que creo. No puedo entender cómo las exposiciones de motivos que sustentan sus leyes no sean ni una exposición (que implica algún razonamiento) y menos aún que no contengan ningún motivo (que significa sustento).
Ello quizás explica el sesgo antieducación de las propuestas que vienen empujando (decir “forjando” sonaría indigno de la palabra). Solo se entiende de alguien que, envidioso de no tener educación, quiere evitar que los demás la tengan.
Hay propuestas dirigidas a reducir pensiones en hasta el 50%, moratoria de pagos, financiamientos forzados, etc., etc., etc. ¿Hay algún análisis mínimo de su constitucionalidad? Ninguno. Pero pedir análisis constitucional a los congresistas parece como pedirle a un niño de primero de primaria que nos explique la teoría de la relatividad de Einstein.
Por supuesto que todas estas propuestas parten de que la educación es un derecho. Sin embargo, se sustentan en la absurda idea de que los derechos no necesitan recursos para ejercerse. En pocas palabras, los congresistas no conocen matemáticas simples de primaria. ¿Es posible sacar 10 naranjas de una bolsa donde solo hay 5? Mi hijo de 10 años sabe que no (perdón, hijo, por compararte con congresistas).
Lean los proyectos de ley que pretenden reducir pensiones. ¿En qué sustentan los porcentajes de descuento que proponen? Uno esperaría contar con la data para hacer el cálculo. Hay que saber primero cuántas naranjas hay en la bolsa.
Y uno se imaginaría algún ejercicio matemático elemental (hay que ser flexibles, más que elemental es demasiado pedir a alguien como Urresti). No hay ninguno. Nadie explica cómo se puede financiar educación sin recursos para financiarla. Si no tienes recursos para financiar un derecho, el derecho en realidad no existe.
La ignorancia es atrevida. Y en los congresistas es destructiva. Si lo que quieren es que todos estén tan mal educados como ellos, van a lograr su objetivo.
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