PUBLICIDAD
Control contra lo natural
Imagen
Fecha Actualización
Por Ántero Flores-Aráoz
El aislamiento social obligatorio impuesto por la propagación del COVID-19 en el Perú y el mundo ha propiciado que la mayoría de las fábricas y talleres permanezcan cerrados, así como los puertos y aeropuertos, lo que dificulta importar productos y genera que los stocks nacionales o foráneos se consuman.
El desabastecimiento ocasiona escasez, pues la demanda es mayor que la oferta. Cuando alguna de estas dos variables se desequilibra, la economía social de mercado, que es la que alberga nuestra Constitución, hace que el Estado intervenga para resolver el entuerto.
Los que creen en los facilismos e idolatran el antisistema, pretenden el control de precios, lo que da pan para hoy y siembra hambre para el mañana.
Con el control de precios solo habrá abastecimiento hasta que se acabe el producto y las materias primas.
Cuando ello ocurra se dejará de producir, pues nadie actúa como agente económico para perder. La “beneficencia” está en la otra esquina.
No se necesita ningún posgrado para saber que el control de precios no solo ocasiona desabastecimiento, sino una serie de males colaterales, como la corrupción, que se refleja en las coimas ofrecidas para autorizar el esquema de precios y los interminables trámites resultado de la burocracia. También se crean las famosas colas y el mercado negro.
El control de precios es el mascarón de proa, luego viene el control de divisas, los permisos para importar y cuantas licencias otorgadas por autoridades se pueden imaginar.
Los jóvenes deberían revisar nuestra historia de los años setenta y ochenta, para que sepan lo que se tuvo que soportar y lo que se sufrió hasta que se rectificó la direccionalidad económica, que es la que nos ha permitido desarrollar en las últimas tres décadas y reducir considerablemente la pobreza.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD