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Ariel Segal: ¿Fascismo posmoderno?
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Tal parece que los candidatos para las elecciones en EE. UU., de noviembre, serán la demócrata del establishment político, Hillary Clinton, y el millonario outsider de los republicanos, Donald Trump, aunque la élite del partido trate de evitar que el empresario obtenga el respaldo en la convención del partido.
Clinton no tendrá una campaña fácil con las sombras de posible corrupción (como el uso de su cuenta personal y no la oficial del Departamento de Estado cuando fue canciller, cuestión sujeta a una investigación judicial por parte del FBI), etc. Por su parte, Trump tiene obvias resistencias de las grandes minorías como los hispanos y afroamericanos, por sus propuestas radicales contra inmigrantes ilegales y por su silencio ante el apoyo de organizaciones racistas como el Ku Klux Klan, etc.
¿Es Trump fascista? Históricamente el fascismo está vinculado a las ideologías y Trump, si bien es inmoral, arrogante y tiene un tufillo xenofóbico, es el precandidato republicano menos ideologizado y por eso atrae a votantes desilusionados de la élite política de Washington. Fascistas fueron Mussolini, Hitler, Stalin, Castro, Pinochet, Chávez, etc., pero Trump, en todo caso, es un populista que simplifica la realidad y ofrece lo que muchos quieren escuchar, con una envoltura pragmática, si bien autoritaria, como Fujimori, Correa, Putin y políticos europeos que aprovechan la crisis de su continente para ganar popularidad. ¿Se puede entonces hablar de un nuevo tipo de fascismo sin ideología? Es un tema por analizar.
En todo caso, por su impulsividad, populismo y extrema soberbia, Trump es peligroso y EE.UU. tendrá que elegir el mal menor si no quiere arriesgarse a tiempos tempestuosos.
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