La guerra comenzó el 7 de octubre de 2023, tras la masacre perpetrada por el grupo terrorista palestino Hamás, en la que más de 1,200 civiles israelíes fueron asesinados brutalmente.
Cuando las tropas israelíes entraron por tierra en Gaza con el objetivo de “liquidar” a Hamás, el grupo islamista libanés Hezbolá se sumó al conflicto lanzando misiles semanalmente al norte de Israel. Esto provocó la evacuación de más de 60,000 personas, quienes aún no han podido regresar a sus hogares.
Desde hace meses, la mayoría de los Gobiernos del mundo piden un alto al fuego en Gaza que incluya la liberación de más de 100 rehenes retenidos por Hamás. Además, el grupo utiliza a gran parte de la población como “escudos humanos” para frenar los ataques israelíes o para causar la muerte de civiles palestinos, lo que beneficia sus objetivos propagandísticos. Esta situación ha contribuido al aumento del antisemitismo mundial. Sin embargo, esto no exime al Gobierno israelí de críticas por los excesos y la aparente indiferencia frente a las bajas civiles en Gaza.
En Israel, semanalmente, son masivas las protestas contra el Gobierno de Netanyahu para que priorice el rescate de los rehenes, cuestión que, algunos expertos piensan, no hace o por las inaceptables condiciones que exige Hamás o porque le conviene mantener la guerra en Gaza por razones políticas.
¿Cuáles son las consideraciones políticas de Netanyahu? Postergar la creación de un comité de investigación que estudie las fallas de inteligencia, militares y políticas que condujeron a la masacre del 7 de octubre de 2023. Dicho comité podría determinar su responsabilidad como primer ministro, lo que podría derivar en elecciones anticipadas o incluso en su inhabilitación política.
La semana que viene continuaremos analizando un conflicto que amenaza con expandirse por todo el Medio Oriente por el eje chiita proiraní.
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