Los recientes cambios en el gabinete Adrianzén no sirven para ocultar la incompetencia que el Gobierno de Boluarte acumula en varios frentes. El más notorio es el Mininter, que ha perdido la lucha contra el sicariato, la extorsión, el narcotráfico y la minería ilegal, sin dejar de mencionar su sospechosa ineptitud para capturar al prófugo Vladimir Cerrón, quien sería protegido por el Gobierno y ayudado desde el Congreso. Es decir, la seguridad ciudadana está en las manos de una Policía tan ineficiente y politizada como el Ministerio Público y el Poder Judicial.
Si hablamos de economías ilícitas, la minería ilegal se lleva el premio. Ya superó al narcotráfico en términos de ganacias, violencia e influencia en la política. Si no lo ha hecho ya, solo le falta fundar universidades bamba, clubes de fútbol y partidos políticos, pues, como lo evidencia el escandaloso caso ‘Chibolín’, proliferan las familias enteras de nuevos ricos que corrompen funcionarios y trafican influencias, con la aceptación social que les da vincularse con deportistas y faranduleros. ¿Y el Minem? Ahí, mirando de costado, arrastrando los pies en materia de formalización minera y tratando de salvar esa vergüenza nacional que es Petroperú. ¿Y el Mindef y el Mininter? Nada, ahí, “acompañando”, en vez de liderar la lucha contra las nuevas mafias exportadoras de oro, que se protegen con explosivos, armas y mercenarios como cancha. ¿Y quién ejerce la rectoría del problema? Increíblemente, el Minam, como si se tratase solamente de un problema ambiental.
La lista de ministerios inoperantes no se detiene ahí, y a ello se suman los terribles desaciertos de algunos ministros: el negacionismo del titular de Midagri respecto al hambre, los dichos del MEF ninguneando la investigación científica, la sospechosa insistencia del Minsa en sacar un nuevo examen Serums de cuestionable calidad y el terrible y ofensivo desatino de los titulares del Minedu y MIMP de calificar el abuso de cientos de niñas wampis y awajún como prácticas culturales.
Y, sorpresivamente, de los cuatro relevos hechos al gabinete, tres apuntaron a ministros de aceptable desempeño y aceptación. Destaca el caso del excanciller González-Olaechea, cuya ferviente defensa de la democracia en Venezuela ha sido reemplazada por una anuencia pusilánime —suscrita por el PCM— con el régimen del dictador Maduro.