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[Opinión] Camila Bozzo: Cambios perentorios en el gabinete
“Más allá del cálculo político, un gabinete de centro ayudaría a sacar al país del entrampamiento y a mejorar la confianza de los actores económicos”.
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El ajuste en el gabinete anunciado a tientas por el presidente y la premier se presenta como decisivo en el horizonte político (también económico e incluso emocional) del próximo año. El gabinete actual no da para más: no complace ni a sus aliados (o acaso conspiradores) de Perú Libre ni al bloque de bancadas que integran lo que aquí hemos convenido en llamar, por razones prácticas, el centro. A esto hay que sumar el rechazo generalizado de la población a los funcionarios convocados por el gobierno. Los cambios son, entonces, perentorios.
El presidente se enfrenta a un escenario complejo y parece no tener los recursos para poder sortearlo indemne. Su objetivo es bloquear la vacancia, modificar un desenlace que, a estas alturas, parece ineludible, y para lograrlo necesita 44 votos, algo que en cualquier otra circunstancia no sería tan complicado pero para este gobierno, dada su situación de precariedad extrema, se vislumbra cuesta arriba.
Las bancadas de PL y JPP le garantizan 42 votos (incluyendo a los renunciantes Chávez, Bermejo y Echevarría), a los que puede sumar uno que otro voto adicional (de los morados, por ejemplo). Sin embargo, es muy audaz aferrarse a la lealtad de un ensamblaje tan variopinto y disonante. El centro suma 41 votos (13 de APP, sin incluir a Chiabra y Echaíz; 15 de AP en un supuesto auspicioso; 6 de SP; 4 de Podemos, sin incluir a Anderson; 3 del PM). A esos votos hay que sumar los de JPP y parte de la facción magisterial, suficientes para bloquear la vacancia.
Todo indica, entonces, que es mejor optar por un gabinete que complazca al centro y que convoque a personas solventes antes que claudicar ante las exigencias de Cerrón. Además, la deslegitimación de la imagen presidencial se agravaría si opta por este último camino. Más allá del cálculo político, un gabinete de centro y capaz ayudaría a sacar al país del entrampamiento y a mejorar la confianza de los actores económicos. Quizás es mucho esperar de un gobierno como el actual y de un presidente tan zigzageante pero, perdonarán el cliché, la esperanza es lo último que se pierde.
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