Este domingo 15 se cumplieron 110 años del nacimiento de Adolfo Bioy Casares. Ganador del Premio Cervantes, Bioy merecía el Nobel más que muchos que lo han recibido. Sus novelas, relatos y ensayos son, en cierta medida, parte del diálogo del autor con sus autores predilectos, a los que leía en cuatro idiomas. La invención de Morel es la primera gran novela de ciencia ficción en nuestro idioma y su influencia llega hasta la serie de TV Lost. En su prólogo, que es también un manifiesto estético, Borges declara que el argumento es perfecto. Lo es no solo por la solución del misterio, sino también por el conmovedor destino del protagonista, un amante desesperado. Un libro te puede hacer dudar de tus ideas políticas o religiosas, de tu moral, de tu sexualidad; La invención de Morel es uno de esos pocos textos con el poder de hacerte dudar de tu propia existencia. Otra de sus novelas, El sueño de los héroes, de título ambiguo, refiere la hazaña de un joven porteño acosado por imágenes nocturnas que son retazos de la tragedia que debía cumplir y de la que lo salvó alguien, pero que él anhela llevar a cabo, hasta el final.
Según se sabe, Borges fue mentor de Bioy y ambos crearon heterónimos que produjeron excelentes relatos policiales y sátiras contra la cultura moderna deliciosamente crueles (Crónicas de Bustos Domecq), y como coautores publicaron antologías y guiones de cine. Esto y el cultivo del género fantástico fomentaron el error de ver en el joven a una oficiosa sombra del maestro. Pero quienes leen a Bioy encuentran una voz propia y admirable, un psicólogo interesado en el erotismo y en el lenguaje popular y que muchas veces eleva a gente sencilla a la esfera de la épica. En “El calamar opta por su tinta”, la patota de un pueblecito descubre con horror que se acerca el Apocalipsis, que hay un enviado de las estrellas que puede evitarlo y que este está agonizando. Alguien pregunta por qué deberían salvarlo a él y a la humanidad. Uno de esos hombres vulgares se ruboriza y responde con humilde grandeza: “No sé. Todos sabemos”. Recomiendo a quien se inicie en el arte de leer su prólogo a Ensayistas ingleses, que es asimismo un delicado, penetrante, exquisito ensayo. Con su esposa, Silvina Ocampo, y con Borges, Bioy seleccionó la Antología de la literatura fantástica, volumen que todos deberían disfrutar.
