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Chile por ancho camino
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“Con la fuerza que surge del pueblo, una patria mejor hay que hacer”, invocaba el himno de la coalición que llevó a Salvador Allende a la presidencia de Chile en 1970. No se logró. Errores, la intransigencia de los ultras (izquierda y derecha) y el factor decisivo del sabotaje norteamericano generaron crisis y desgobierno. De la conjura salió el golpe de Pinochet, una dictadura de 16 años con violaciones graves a los derechos humanos y una legalidad autoritaria que perdura. El domingo el pueblo chileno dio un paso para dejarla atrás.
¿Quiere usted una nueva Constitución? Ocho de cada 10 votaron que sí. Ello habla de un acuerdo amplio entre varios sectores, con figuras de derecha apoyando el cambio. A este momento se llega por protestas no atendidas que escalaron en el tiempo. El politólogo Claudio Fuentes las ubica desde 2005-2006 (CIPER). Están vinculadas a la participación de grupos marginados y la provisión de derechos sociales. “La Constitución se hizo indefendible”, explica el constitucionalista Fernando Atria en CNN. Sus reglas impedían las transformaciones que la sociedad venía reclamando y que Lagos y Bachelet intentaron sin éxito. Congelaba un orden con déficit democrático.
El órgano que tendrá por función única proponer una nueva Constitución será elegido vía sufragio en abril de 2021 y se conformará paritariamente (igual número de hombres y mujeres). Además, se sumarían escaños reservados para los pueblos indígenas. La inclusión es clave para el éxito. Para alcanzar acuerdos, requerirá el voto de 2/3 de sus integrantes. Una exigencia alta que pondrá a prueba la capacidad de consensuar y, probablemente, deje en el camino a congelados e incendiarios. Al final, un referéndum en 2022 decidirá si la propuesta se hace norma.
“Será mejor la vida que vendrá”, promete la canción “El pueblo unido”. Hoy es misión constituyente y, por ahora, habría que formularla como pregunta.
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