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Lima es desierto
“Pocos son conscientes de que Lima, asentada en tres valles, es en realidad un gran desierto. Mire con atención a su alrededor: la expansión de la ciudad ocurre sobre la arena”.
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Cuando pensamos en un desierto, nos imaginamos el extenso Sahara y las pirámides egipcias rodeadas por arenas y con camellos alrededor. Quizá también se nos venga a la mente el desierto de Atacama en Chile y su clima árido o quizá Ica y el norte del país con su interminable desierto de Sechura. Pocos son conscientes de que Lima, asentada en tres valles, es en realidad un gran desierto. Mire con atención a su alrededor: la expansión de la ciudad ocurre sobre la arena, la consolidación de las viviendas lucha contra el agreste territorio en el que se ubican, el polvo que limpia todos los días en su casa es también arena, además de contaminación, y muchas familias en zonas poco consolidadas reclaman pistas y veredas para disminuir el polvo que se mete a sus casas. De hecho, luego de El Cairo, Lima es la segunda ciudad con menos lluvia en el mundo.
Hace poco visité la ciudad de Las Vegas. Las luces de neón y el tintinear de las máquinas tragamonedas no permite ver a simple vista el inmenso trabajo que están realizando en torno a su sostenibilidad. Especialmente a la eterna amenaza de quedarse sin agua. Para ello, vienen desarrollando varias obras de ingeniería, pero también generan incentivos para que el consumo del agua sea razonable. Por ejemplo, cuentan con cuatro tarifas de agua que se incrementan conforme una residencia o empresa utiliza más agua. Colocan restricciones a los horarios, cantidad de litros usados y obligación de reutilización del agua para complejos como canchas de golf y hoteles.
Canjean metros cuadrados de grass por paisajes desérticos, llegando incluso a pagar por el retiro del jardín. Mientras tanto, en Lima el agua que usamos proviene, principalmente, de las cuencas de Junín y de Pasco, ya que el Rímac por sí solo no abastece a la capital. Además, tenemos una enorme pérdida atribuida a la antigüedad de las tuberías así como todavía insuficientes sistemas para el tratamiento de las aguas y ni qué decir para su reutilización. A la vez, varios esfuerzos se han venido haciendo en Lima para cambiar la forma de pensar de sus habitantes. La difusión de la belleza y simplicidad de las plantas xerófilas es una de ellas. Así, vemos cómo cactus y otras suculentas empiezan a formar parte de nuestros paisajes y aceptamos que el jardín con grass americano es, en realidad, un lujo y un desperdicio.
Ahora que termina de leer esto, por favor, llame al técnico para arreglar esa fuga de agua que tiene olvidada hace mucho, pues, como nos ha dicho Sedapal toda nuestra vida: gota a gota el agua se agota.
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