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[Opinión] Mariana Alegre: “Invisibles”
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Resulta muy difícil celebrar la Navidad cuando 26 familias no podrán brindar pues les falta alguien en la mesa. Resulta muy difícil celebrar cuando descubres que a varios de tus amigos y colegas no les importan estas muertes. Resulta muy difícil celebrar cuando otros celebran el exterminio y la matanza. ¿Acaso no se dan cuenta de que mueren compatriotas? Es que quizá son invisibles y por eso no los ven. Invisibles como Garabombo, el personaje creado por la pluma de Manuel Scorza.
(…) Bajé a quejarme a la Subprefectura. - ¿Y? – No me vieron. - ¡Pero yo lo veo! – Es que usted es de nuestra sangre, pero los blancos no me ven. Siete días pasé sentado en la puerta del despacho. Las autoridades iban y venían, pero no me miraban. – Achau… se estremeció el Ladrón de Caballos. – Al comienzo no me di cuenta. Creí que no era mi turno. Ustedes saben cómo viven las autoridades: siempre distraídas. Pasaban sin mirarme. Yo me decía «siguen ocupados», pero a la segunda semana comencé a sospechar y un día que el subprefecto Valerio estaba solo me presenté. ¡No me vio! Hablé largo rato. Ni siquiera alzó los ojos. Comencé a maliciar. Al fin de la semana mi cuñado Melecio me aconsejó consultar a Victoria de Racré. El abigeo y el Ladrón de Caballos dejaron de masticar. – ¿Y qué dijo doña Victoria?
Era una mujer tan temida que ningún comunero osaba nombrarla sin ostentoso respeto. – ¡Que me había vuelto invisible! ¡Alguien me había hecho «daño»! (Scorza, Manuel. Garabombo el invisible).
Garabombo aprovechó esta desventaja para obtener los planes secretos de las autoridades contra las comunidades campesinas y pudo ingresar a las dependencias oficiales y hacerse de los títulos de propiedad de las tierras que ancestralmente les pertenecían. Transformó el ‘daño’ en una ventaja. Su invisibilidad en su superpoder. Su transparencia en una estrategia.
Esta historia basada en hechos reales se sitúa en los años sesenta en nuestro país. Seis décadas han pasado y sigue siendo igual de vigente. El desprecio hacia los invisibles es palpable, y tiene consecuencias graves: abuso, negligencia, pobreza y muerte. Cuando –a veces– despierta el rugido y resuena hasta la capital, suelen ocurrir dos cosas: la indiferencia o la represión. En el Perú dividido de siempre, hoy se ha optado por el desprecio. Los invisibles se van a hacer notar aunque “los blancos” no quieran. Y, cuando eso pase, tú ya no podrás ignorarlos más.
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