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(OPINIÓN) Mariana Alegre: Una ciudad sin transporte
Corresponde que desde el gobierno se tomen en serio la reforma del transporte y activen, de una vez y por todas, un sistema de transporte integrado.
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Estas semanas han sido caóticas en relación al transporte urbano de la capital. No solo dejó de operar el Corredor Amarillo sino que también se cierne la amenaza sobre otros corredores que podrían dejar de funcionar. Aunque la ATU indicó que esto no afecta a los viajes de los pasajeros, son muchas las personas que hoy no pueden transportarse con comodidad y seguridad utilizando las líneas del sistema integrado de transporte.
La reforma del transporte se quedó estancada y no se han retirado ni las rutas del transporte autorizadas ni tampoco se ha evitado la proliferación del transporte informal. Esto genera una competencia con el sistema formal y, además, se perjudica al Sistema Integrado de Transporte (SIT), ya que el exceso de vehículos en las pistas genera congestión y desorden. Es así que el SIT empieza a quebrar y, por ello, los corredores empiezan a dejar de funcionar.
Por supuesto, quien pierde es la ciudadanía. Particularmente, los usuarios del transporte público, quienes ahora no solo ven reducidas las opciones de moverse usando un sistema que, aunque con fallas, funciona. Y es que no solo el tiempo que pasarán en el transporte se incrementa, sino que el costo ahora les será mayor.
Algunos tendrán que hacer transbordos y otros migrarán a los colectivos informales, costándoles más el pasaje. Los pasajeros se exponen a robos y enfrentan el riesgo de verse involucrados en un siniestro vial.
Aunque la ATU envíe fiscalizadores, estos no serán suficientes, por lo que corresponde que desde el gobierno se tomen en serio la reforma del transporte y activen, de una vez y por todas, un sistema de transporte integrado al 100% con más rutas y sin competencia, dotando de corredores exclusivos a los buses del sistema y reduciendo la necesidad de colectivos a partir de una mejor oferta de transporte.
Nada de esto es nuevo y ha sido propuesto muchas veces, pero hasta ahora no se logra hacer realidad, ya sea por las mafias en el Congreso o las coimas a la Policía. Una verdadera transformación de la ciudad requiere una revolución en el transporte y, lamentablemente, a los políticos poco les importa.
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