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¡CNM ya!
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El país está atravesando la que es, sin duda, una de sus peores crisis de institucionalidad republicana: el divorcio entre el pueblo y las autoridades que deberían representarlo es evidente y el descontento se muestra en cada encuesta: ya nadie cree en lo que el Estado representa. Esta situación es, naturalmente, peligrosísima: abre la caja de Pandora que los radicalismos y las ideas afiebradas suponen. La pregunta entonces es: frente a tanto desorden… ¿por dónde empezamos a resolver el problema que nos agobia?
La respuesta es, en mi opinión, clara: por el Consejo Nacional de la Magistratura. Vean ustedes: hoy por hoy, no existe CNM. Eso significa que los jueces y fiscales de cierto rango e investidura están completamente libres de cualquier tipo de fiscalización o sanción. Si otro poder se involucrase en la sanción de un juez o un fiscal, el Ministerio Público podría –perfectamente– recurrir al Tribunal Constitucional y alegar que se está vulnerando su esfera de acción jurisdiccional.
Esto es muy grave; sin embargo, no es todo. Es solo la punta del iceberg.
El CNM tiene injerencia directa en los nombramientos de quienes dirigen la ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones. Es decir: no solo estamos frente a un organismo acéfalo de cara a sus roles con la administración de justicia, sino que estamos frente a un órgano incapaz de tomar decisiones que afecten directamente al futuro electoral del país. De su democracia. O sea, sin administración de justicia transparente y sin autoridades electorales bien definidas, es imposible que el modelo republicano no sufra embates constantes.
El CNM tiene injerencia directa en los nombramientos de quienes dirigen la ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones. Es decir: no solo estamos frente a un organismo acéfalo de cara a sus roles con la administración de justicia, sino que estamos frente a un órgano incapaz de tomar decisiones que afecten directamente al futuro electoral del país. De su democracia. O sea, sin administración de justicia transparente y sin autoridades electorales bien definidas, es imposible que el modelo republicano no sufra embates constantes.
Entonces: no digo con esto que no haya mil y un problemas que resolver en el sistema de justicia y en los demás organismos del Estado. Pero frente a una crisis debemos separar lo esencial de lo contingente. Para poder así resolverla con idoneidad. De nada servirá atrapar a todos los corruptos ni hacer todas las reformas políticas si el sistema que finalmente tendrá que dirimir frente a cualquier conflicto intersubjetivo de intereses está podrido y sin una cabeza que pueda decidir sobre las responsabilidades establecidas por el sistema legal.
Estamos jugando “ponle la cola al burro” con estas mini reformas y anuncios constantes. Las fuerzas políticas están en la obligación de empezar por lo prioritario. Y eso es que tengamos un Consejo Nacional de la Magistratura probo, decente y en el cual podamos confiar los ciudadanos.
Sin eso, todo será en vano.
Sin eso, todo será en vano.
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