Primero, si vemos cifras de crecimiento económico, observamos dos datos: por un lado, en los dos primeros trimestres la economía creció 1.4% y 3.6%, respectivamente. Por otro, las proyecciones, de manera casi unánime, ubican el cierre del año en torno de 3%. Mejor que 2023, año en que caímos 0.55%, pero insuficiente para crear empleo y bajar la pobreza.
¿De qué depende el crecimiento lento, pero crecimiento al fin y al cabo? Del aumento de la inversión privada, que representa 80% del total de la inversión. Hasta el cuarto trimestre de 2023 llevaba seis trimestres de caída. En los primeros tres meses de 2024, aumentó 0.3%, casi nada, pero esperemos que represente un quiebre de la tendencia.
Segundo, las expectativas, que son determinantes en la evolución de una economía, muestran una ligera mejoría, de acuerdo con la última encuesta de expectativas macroeconómicas del BCR. Puede verse como el vaso medio lleno o medio vacío. Mejoría sí, pero hay que mantener la tendencia.
Tercero, en 2024 no habrá fenómeno de El Niño, y eso sí es un contraste con el 2023. Significa que el sector agropecuario crecerá, luego de una caída de 2.4% en 2023. Este sector es clave, pues se trata de alimentos, y sabemos que en los hogares de menores ingresos se destina una proporción mayor de estos a la compra de alimentos.
Cuarto, la menor inflación, ya dentro de la meta del BCR, eleva el poder adquisitivo de la población. No olvidemos que reducir la inflación no significa que los precios bajen, sino que suban menos.
Quinto, a pesar del aumento del tipo de cambio desde hace unos días, debido, entre otras razones, a la incertidumbre respecto de la evolución de los Estados Unidos, se espera que se mantenga estable, lo que no significa que no se mueva, sino que tendrá ligeras oscilaciones. Las expectativas apuntan a un tipo de cambio de cierre de año entre 3.76 y 3.80 soles por dólar.
Sexto, la menor tasa de referencia abaratará el costo del crédito. Pensamos que el BCR seguirá bajando su tasa de interés desde 5.50% hoy hasta 5.0% a fin de año.
Séptimo, la inversión pública está aumentando, y esa es una buena noticia. Sin embargo, como solo representa 20% del total de la inversión, no influye mucho en la cifra de crecimiento, pero sí en el bienestar de la población.
Octavo, el Gobierno deberá tomar una decisión respecto de Petroperú. No es rentable. Cualquier ayuda o salvataje sale de los impuestos de todos los ciudadanos. Preferimos que el dinero vaya a los más vulnerables con el objetivo de elevar su calidad de vida.
Noveno, el déficit fiscal, esto es, el exceso de gastos sobre ingreso del Gobierno, está creciendo. El marco macroeconómico multianual 2025-28 presenta proyecciones que muestran una reducción en los siguientes años. Ojalá sea así.
¿Dónde nos deja todo esto? Pues en una recuperación lenta, con estabilidad monetaria y cambiaria, pero sin reformas. Estas últimas son fundamentales para que el crecimiento se refleje en la calidad de vida de los más vulnerables. La inversión del Gobierno, financiada por los impuestos de los contribuyentes, debe hacerse de manera eficiente, al menos en cuatro sectores: educación, salud, seguridad e infraestructura. No podemos jugar al empate. Al Mundial se llega con reformas, aunque sus frutos no se vean inmediatamente, como en el fútbol.