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“Cómo recomponer la economía del país gota a gota”
Por supuesto que es posible apagar incendios gota a gota. Todo depende de la cantidad de agua que juntemos con ellas.
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Ayer Felipe Morris escribió en este mismo diario una extraordinaria columna titulada “Cómo destruir la economía del país gota a gota”; en la que ilustró muy bien algunos de los problemas que enfrentamos como país y que vienen dilapidando de a pocos nuestra economía.
La metáfora utilizada por Felipe para titular su columna me hizo recordar a la fábula del colibrí, que ante un incendio en la selva volaba rápidamente hasta un arroyo cercano para cargar agua en su pico y arrojarla sobre el fuego. En uno de sus trayectos se encontró a un elefante que le preguntó:
—¿Por qué no huyes colibrí? ¿No te das cuenta de que jamás apagarás ese incendio?
A lo que el colibrí respondió:
—No sé si apagaré el incendio, pero estoy haciendo mi parte.
Los océanos y los ríos no son más que pequeñas gotas de agua unidas unas a otras. Por supuesto que es posible apagar incendios gota a gota. Todo depende de la cantidad de agua que juntemos con ellas.
Es verdad que la economía de un país puede destruirse de a poquitos, como explica Felipe en su columna; pero también es verdad que podemos recomponerla si logramos transformar de a pocos nuestra realidad política.
No puedo, sino coincidir con Felipe cuando sintetiza la solución a nuestros problemas en el involucramiento individual. El Perú tiene muchos colibríes que vienen tirando gotitas de agua al incendio desde hace mucho. Ojalá que pronto se unan a la gesta los grandes elefantes, con sus poderosas trompas; que hace tiempo se les necesita.
Sin recursos y sin talento para contrarrestar la ofensiva de quienes buscan satisfacer intereses personales a costa del Perú; dejaremos nuevamente al país en manos de los indecentes y el costo será altísimo para todos, incluyendo a los elefantes.
La transformación política del Perú debe convertirse más pronto que tarde en un objetivo empresarial de carácter colectivo. Es el sector privado el que ha evitado que nuestro país se hunda en los momentos más difíciles de los últimos años. Qué duda cabe de que es él quien tiene el poder de la transformación.
Ojalá cicatricen pronto las heridas del pasado y el fantasma del “riesgo reputacional” deje de espantar a quienes pueden, con talento y recursos, contribuir a apagar el incendio.
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