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[Opinión]Hugo Palma: Salvemos a los otorongos
“La expresión ‘otorongo no come otorongo’, refiriéndose a congresistas encubriéndose y protegiéndose mutuamente, es una incongruencia irremediable y perniciosa”.
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No a esos. A los verdaderos; nuestra bellísima y noble pantera. El mayor felino americano no ataca al ser humano y corre peligro de extinción por deforestación y caza furtiva. Y cumple su deber: cazar para subsistir y contribuir al equilibrio y mantenimiento de ecosistemas.
Algunas especies comen a sus semejantes y otras no. La expresión “otorongo no come otorongo”, refiriéndose a congresistas encubriéndose y protegiéndose mutuamente de acusaciones de asesinato, cohecho, violencia familiar, estafa, falta de respeto, tráfico de drogas y terrenos, minería ilegal, además de faltar casi diariamente a sus responsabilidades funcionales, es una incongruencia irremediable y perniciosa. Su actuación es absolutamente contraria a la naturaleza y comportamiento de nuestras joyas vivientes.
Sobre su utilización, el recordado Dr. Carlos Iván Degregori la refirió a congresistas de los años 90. La denominación se sigue examinando; y en 2014, el analista Agustín Figueroa publicó en Correo “La ética del otorongo”, consignando sus elementos principales, que me permito citar: “…es contraria a… Código de Ética Parlamentaria… los principios de independencia, transparencia, honradez, veracidad, respeto, tolerancia, responsabilidad, democracia, bien común, integridad, objetividad y justicia… olvidan que “…corrupción el ejercicio del poder público para obtención de un beneficio económico o de otra índole, sea para sí o a favor de un tercero... responsables... los partidos políticos… mayoría… ‘club de amigos’ venden ubicaciones en las listas. En el año 2014 ya perdimos”. Nada más claro.
El anterior Congreso en solo un año destruyó más que otros en décadas. Los 68 denunciados, investigados o acusados de todas las bancadas fueron mayoría simple. Los campeones individuales: 85, 52 y 33 casos. Y en el actual son también decenas; en dinámica y atolondrada promoción de los intereses que realmente representan; apoyando al Ejecutivo por “gobernabilidad” cuando coinciden en perjudicar al pueblo y “blindando” a los ministros “coincidentes”. ¿Qué justicia humana podría manejar tales tsunamis?
Y no se inmutan porque su institución esté aún más desprestigiada y despreciada que el Ejecutivo. En la “Comisión de Ética” es usual negociar bajo el principio de reciprocidad, el lavado de actuaciones de quienes insisten en confundir inmunidad con impunidad. Todos son víctimas de “persecución política”. ¿Podrían pensar algo más original? Tampoco cuando el pueblo los apoda: narco, roba luz, planchacamisa, cine porno, comepollo y más. Pero hoy, frustrado y amargado, no lo hace. ¿Reconoce la majestad del Congreso? ¿Salvará al pueblo de esta catástrofe? Por favor…
Volviendo a la taxonomía zoológica, muchas especies no suelen comer a sus semejantes: reptiles, sapos, arañas y alacranes, murciélagos, varios Rodentia o roedores y hasta nuestro Chinche Besucona que mata miles al año. Los “cangrejos peruanos” se excluyen por caníbales. Escoja, casi enloquecido lector, la especie que debe denominar a los congresistas, pero rechace tajantemente que se les llame otorongos; no lo merecen. ¿Hay excepciones? Siempre. Cuéntelas. Le sobrarán los dedos.
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