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Por los suelos
A primera vista es sorprendente, casi inconcebible, que incluso estas fuerzas políticas de oposición democrática, sin asociación directa con el gobierno anterior, salgan tan mal paradas en el sondeo. Pero la explicación cae por su propio peso.
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La última encuesta de Ipsos para Perú21 recoge la actual percepción ciudadana sobre las bancadas en el Congreso. Un resultado no por previsible menos alarmante.
Salvo excepciones, en este poder del Estado abunda una conducta individual y colectiva que poco o nada tiene que ver con los intereses del Perú: pactos bajo la mesa para elegir autoridades como el defensor del Pueblo, encubrimientos descarados como el que ocurrió con ‘Los Niños’ de Acción Popular o el archivamiento sistemático de las denuncias contra parlamentarios en la Comisión de Ética.
Desaguisados que se suman a iniciativas contra la libertad de prensa, la calidad educativa en las universidades y colegios, el fortalecimiento del sistema previsional o una adecuada regulación del transporte público, todas ellas dañinas para la democracia y el desarrollo del país, aunque su impacto social no sea inmediato.
Consultada la ciudadanía sobre la aprobación de seis de las principales bancadas parlamentarias en cuanto a gestión, todas salen desaprobadas con porcentajes altísimos, que van desde 65%, para Avanza País, hasta el extremo más encumbrado de 74% que registra Fuerza Popular.
A primera vista es sorprendente, casi inconcebible, que incluso estas fuerzas políticas de oposición democrática, sin asociación directa con el gobierno anterior, salgan tan mal paradas en el sondeo. Pero la explicación cae por su propio peso. En el hemiciclo de la Plaza Bolívar a los representantes no les preocupa lo que ocurre fuera de su entorno; están obsesionados con sacar sus proyectos, mantener sus comisiones, quedarse hasta 2026. En ese contexto, se ha vuelto casi una norma que los intereses particulares de determinados grupos o lobbies se impongan por encima de las necesidades del país. Un toma y daca que se concreta más allá de posturas ideológicas y bancadas, aunque eso cueste resbalar en la demagogia.
Y sobre esta magullada imagen pública, continúan saliendo a la luz nuevas denuncias de aprovechamiento de recursos por parte de algunos legisladores para amoblar sus oficinas dotándolas de onerosas pizarras de vidrio templado, frigobares, un policlínico particular, amplios estacionamientos para sus vehículos, servicios exclusivos de bufet, etcétera.
La imagen de compadrazgo y trapicheo de privilegios que está dando el Congreso de la República no le hace ningún bien a la democracia peruana. Que los congresistas no se sorprendan ni se irriten con los resultados de las encuestas sobre su aprobación, pues bien que se lo ganan.
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