El sistema de salud peruano está en ruinas, y el único culpable es el Estado y sus malos gestores. Las deficiencias en la administración pública dejan todos los días a millones de peruanos desprotegidos. Essalud, lejos de ser una solución, se ha convertido en otro problema más. La falta de medicamentos, médicos y camas es una realidad diaria que afecta a quienes menos tienen.
El 91% de los peruanos dependen del sistema público de salud, pero lo que reciben a cambio es una atención fragmentada y de baja calidad, según un estudio realizado por Videnza Consultores por encargo de ComexPerú. Faltan recursos, y los hospitales y centros de salud no están a la altura de las necesidades de la población. Lo peor es que esta crisis lleva años gestándose y empeorando, pero la pandemia la expuso con crudeza. Las cifras nunca mienten: Perú fue uno de los países con mayor mortalidad y gran parte de esa tragedia se debe a la incapacidad de los gobernantes y gestores del sistema para responder de manera efectiva.
Essalud, en lugar de proteger a los trabajadores, ha caído en la misma trampa de ineficiencia que el Minsa. Largas colas, falta de citas, de equipamiento, desabastecimiento de medicinas y falta de personal son solo unos de los pocos problemas. El sistema es tan precario que los ciudadanos, desesperados, terminan recurriendo a farmacias privadas para conseguir los medicamentos que el sistema público no les proporciona. Los privados aportamos el 67% de los ingresos de Essalud para darle salud a nuestros trabajadores. El Estado aporta el 33% de los ingresos, pero maneja el 100% de la operación de Essalud.
Pero no todo está perdido. Hay soluciones y se deben implementar ya. Para empezar, el sistema de salud debe integrarse mejor y coordinarse de manera efectiva. Es fundamental adoptar herramientas como la historia médica digital, que permitirían una mejor integración y reducirían los tiempos de espera. Es urgente fortalecer la infraestructura y el personal en los centros de salud públicos.
Otro punto crítico es la implementación de mecanismos de supervisión y control que aseguren que los recursos lleguen a quienes realmente los necesitan. No basta con aumentar el presupuesto si no se gestiona adecuadamente. El dinero destinado a la salud debe traducirse en servicios de calidad, no en más burocracia y corrupción.
El Estado tiene una deuda con los peruanos. Es hora de actuar y hacer que la salud deje de ser un lujo y se convierta en lo que siempre debió ser: un derecho garantizado para todos. Si no se toman medidas ahora, seguiremos viendo cómo la salud de los peruanos se deteriora, y el costo de esta inacción será incalculable en términos económicos y en vidas humanas. Toda intervención del Estado será nefasta. El privado debe operar hospitales bajo el esquema de APP bata blanca cuanto más rápido mejor, para brindar servicios de salud de calidad a todos.
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