El ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Ángel Manero, es el más fidedigno exponente de un Gobierno lejano a la población. No hace más que confirmar que quienes conducen los destinos de este país viven al margen de la realidad; como el ampuloso y vacuo discurso presidencial.
Afirmar que “en el Perú no se pasa hambre y que hasta en el último pueblo se come de manera contundente” y, como remate, que el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, añada de manera bufonesca y acorde con la temporada circense: “Según los criterios de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), yo sería considerado un caso de inseguridad alimentaria grave porque no ceno” es una semejante burla. ¿A usted le causa gracia tamaña ignominia? A mí, no; por el contrario, me subleva el espíritu.
En mi intento de encontrar una explicación a estas desaforadas declaraciones, recordaba la literatura sobre la falta de atención racional, iniciada por Christopher Sims “Impliations of Rational Inattention” y refrendada por Jean Tirole (Premio Nobel de Economía), cuando en su libro, La economía del bien común, parafraseando a Christopher Sims, menciona: “Durante mucho tiempo, el Homo Economicus se encarnaba en un ser que tomaba decisiones conscientes sobre sus propios intereses e iba en pos de ellos de modo racional.
Evidentemente, podía carecer de información y, en consecuencia, sus decisiones podían ser menos buenas que las que habría tomado con total conocimiento de causa. Ciertamente, también podía elegir no estar perfectamente informado o no razonar hasta el final, pues informarse y razonar implican un coste en tiempo y, eventualmente, en dinero. Pero perseguía sus intereses, fueran los que fueran”.
Estos politicastros no tienen ningún reparo en hacer lo que fuere por ignorancia o acomodo, a fin de agradarle a su mentora y mantener sus privilegios a costa del hambre de las mayorías.
En el mundo real, de 2020 a diciembre de 2023, por impacto de la pandemia y el desgobierno, 3’290,000 nuevos peruanos cayeron en pobreza, encontrándose en dicha condición 9’780,000. De la población considerada por encima de la línea de pobreza (no pobres) el 31.4% se encuentra en condición de vulnerabilidad; siendo que, 10’500,000 peruanos están en peligro de caer en pobreza.
La población vulnerable es aquella que frisa la línea de pobreza. Irónicamente en el Perú no se considera pobre a quien cuenta con un ingreso monetario igual o superior a S/447 al mes.
Como dice el adagio “dato mata relato”, esos millones de pobres y vulnerables sustentan las cifras de la FAO de que 17 millones de peruanos pasan inseguridad alimentaria. Del país de las maravillas al país de las pesadillas.