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Cuota de género mentirosa
Una cuota no cambia a los partidos y no hay data determinante que diga que las cuotas mejoran la calidad de políticas públicas.
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La propuesta de Martín Vizcarra de una cuota de género en candidatos al Congreso generó reacciones desde varias tribunas. Que Vizcarra está luchando contra la desigualdad, dicen, que es un presidente diferente. Que por fin las mujeres van a tener la oportunidad de ocupar más puestos en el Congreso y de sentirse más representadas. Sin embargo, creo yo que las cuotas de género no hacen más que engañarnos.
¿Cuál es la lógica de las cuotas de género? Se asume que, sin importar si una mujer es muy capaz o no, va a tener una desventaja injusta al momento de intentar llegar al Congreso. A simple vista, pareciera que la solución lógica es hacer obligatorio que la mitad de los curules en el Congreso tenga que ser de mujeres. Pero creo yo que esa solución solo evade el verdadero problema.
El problema central, para mí, no es que se elija a más hombres que mujeres, el problema es que al momento de escoger candidatos lo que pesa más no es el mérito. Pareciera ser el mismo problema, pero en realidad no lo es. ¿Por qué? Porque actualmente nuestro sistema de partidos no favorece a los buenos políticos, sino que favorece a aquellos funcionarios que van a beneficiar los intereses particulares de ciertas personas y a aquellos que sean más populares.
Por eso, hoy tenemos congresistas que parecen querer favorecer a ciertos grupos. Porque tienen que devolverle el favor a quien los puso ahí o, como exige la democracia, tienen que representar a aquellos que los eligieron. La cuota de género no cambia el hecho de que candidatos van a ser escogidos en respuesta de intereses particulares. Lo que pasa es que ahora esos candidatos van a tener que ser mujeres.
Y el problema es que una cuota de género no solo obliga a los electores a escoger a mujeres, aunque no quieran hacerlo (que podría elevar críticas sobre si la medida es democrática), sino que no hace que escojamos a mejores candidatos. Una cuota no cambia a los partidos y no hay data determinante que diga que las cuotas mejoran la calidad de políticas públicas. Los partidos van a seguir siendo los mismos, los electores también y, lo que es más importante, los intereses y el sistema seguirá siendo el mismo.
Me preocupa que con el solo hecho de que haya más mujeres en el Congreso creamos que hay más justicia, pero para mí lo único que hará una cuota es maquillar uno de los mayores males del sistema de partidos y la democracia: que no lleva a los mejores al poder.
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