2024 ya está jugado, para bien o para mal. ¿De qué dependerá 2025? ¿Cuáles son los principales factores y qué comportamientos podríamos esperar de los mismos? Partamos de las proyecciones del MEF, que apuntan a un crecimiento de 3% para 2025. Dicho esto, ¿se cumplirá?
Primero, los avances en la reducción de la inseguridad, que ya comienza a afectar a la economía, en especial en las micro y pequeñas empresas. No olvidemos que el 99% de las empresas en el Perú son mypes y son las que enfrentan la ola de inseguridad; además, generan la mayor cantidad de empleo, algunos informales y otros formales. Aunque no hay estimados certeros, podría costarle al PBI por lo menos 1 punto de crecimiento.
Segundo y asociado con lo anterior, 2025 dependerá de una mejora en las expectativas, que son las que mueven la economía. Hoy, por el temor, originado tanto en la inseguridad como en la incapacidad para combatirla, se retraen emprendimientos que de otra manera se hubieran puesto en marcha.
Tercero, 2025 será un año preelectoral. Comenzarán los posibles candidatos a moverse. Y eso genera incertidumbre. La inmensa mayoría de la población desaprueba a la presidenta y al Congreso. La pregunta es: ¿quién vendrá? Una revisión de la historia política del Perú muestra que el panorama se aclara faltando muy poco para el día de la elección.
Cuarto, en el terreno de la economía puede esperarse lo siguiente. Antes de mencionarlos, entiéndase que es una visión desde octubre de 2024, por lo que está pensada si es que no ocurren hechos no esperados que alteren todo lo proyectado.
Quinto, inflación bajo control. Aquí están de acuerdo BCR, MEF y expectativas; por lo tanto, es altamente probable. Y eso aumentará consumo privado, que representa 65% de la demanda interna. Sexto, y en la misma línea, un tipo de cambio estable. Las expectativas presentadas por el BCRP apuntan a un precio del dólar en 3.80 soles a diciembre de 2025.
Séptimo, hasta ahora podemos afirmar que no habrá fenómeno de El Niño en 2025. Es cierto que las corrientes marinas pueden cambiar en cualquier momento, pero hasta ahora los expertos no ven posibilidades. Eso aseguraría que agricultura y pesca puedan crecer.
Octavo, tasas de interés a la baja. Dado que la inflación está controlada y que la Reserva Federal (FED) ya comenzó a bajar sus tasas, es razonable esperar que el BCRP siga por el mismo camino. Ahora se encuentra en 5.25%. Una caída de esta disminuirá la tasa de interés activa y, por ende, elevará la demanda por préstamos de consumo e inversión en el mercado formal de préstamos. Eso puede incentivar el crecimiento económico.
Noveno, el déficit fiscal muestra un panorama menos claro. Para este 2024, la meta fiscal era de 2.8% del PBI, y todo indica que cerrará entre 3.0% y 3.5% del PBI. La explicación, de acuerdo con la data disponible, viene por una caída de los ingresos del Gobierno. Sea como fuere, es una mala señal no cumplir una meta a la que el mismo MEF se comprometió. Esto debería significar mucha cautela con el gasto en 2025. Una de las fortalezas de la economía peruana en lo que va del siglo ha sido su fortaleza fiscal. Ojalá siga siéndolo.
Décimo, la incógnita es Petroperú. Ya se ha escrito bastante sobre el tema. Solo agregar lo siguiente: perder el dinero rescatándola significa menos dinero para enfrentar la inseguridad y mejorar infraestructura, educación y salud. Sabemos que Petroperú está quebrada. No nos pongamos una venda en los ojos. Hay que hacer algo, pero lo peor es la inacción.