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Periodistas detrás de una primicia
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Me llamó la atención ver el viernes 10 que Perú21 no estuviera entre los medios que publicaron detalles sobre la declaración de Marcelo Odebrecht, el jueves, en Curitiba, cuando respondió a los fiscales peruanos sobre las anotaciones en su agenda. Me comuniqué con el editor de Política, Dan Flores, quien me precisó que no tuvieron enviado especial y que solo se consignaron en la nota las declaraciones públicas emitidas por autoridades y abogados de Keiko Fujimori.
El diario optó por no recoger las versiones que se filtraron a Lima el jueves, al no tener acceso a una fuente que hubiera estado presente en la audiencia y que hubiera querido contar aspectos de la reunión a pesar del ‘acuerdo de sigilo’ (reserva). En periodismo, eso se llama versiones extraoficiales o trascendidos, válidos, claro está, siempre que provengan de fuentes dignas de crédito.
Es una nota informativa y no podíamos especular, me dijo el editor. Por ello los titulares “Odebrecht respondió todo” y “Odebrecht respondió todas las interrogantes de la Fiscalía”. Pero el director Juan José Garrido sí comentó en su columna lo recogido de las que llamó fuentes informales. Cabe recordar que la Redacción del diario se guía por Principios Rectores y un decálogo para sus periodistas que los obliga a contrastar informaciones que impliquen denuncias o acusaciones con varias fuentes (al menos tres) para poder ser publicadas.
Ello me parece razonable y me hizo recordar los Principios Rectores que inicialmente eran solo para diario El Comercio (en cuya primera versión yo tuve ocasión de participar) y luego se ampliaron para los medios del grupo. Ahí se incluyeron normas para el tratamiento de primicias que no hacían sino recoger una máxima del director Alejandro Miró Quesada Garland: es preferible perder una primicia que perder respeto y credibilidad.
Escribo estas líneas desde Arequipa, donde se realiza el tercer Hay Festival, un encuentro cultural y de ideas, incluyendo periodismo. Al cierre de esta columna, destaco la intervención de la periodista mexicana Lydia Cacho, autora de “Esclavas del poder” y “Demonios del Edén”, quien, en conversación con Gustavo Gorriti, nos llamó a quienes vivimos de hacer periodismo a recordar que la lealtad del periodista es con el pueblo y no con quienes ostentan un poder, peor inclusive si es uno proveniente de o relacionado con flagelos como corrupción o narcotráfico.
Cacho, quien puso al descubierto redes de prostitución infantil protegidas por políticos, empresarios y autoridades mexicanas, lo que le valió ser secuestrada y torturada por la misma Policía (planificaron matarla), nos pide que seamos conscientes del lugar en el que nos ponemos a la hora de narrar una historia: los periodistas están para contar las historias de quienes son víctimas y no para facilitar las cosas a los abusadores y a los todopoderosos.
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