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Despidos objetivos
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El mercado laboral peruano es duro para absorber a nuevos trabajadores, lo cual se debe a la dificultad que existe para cortar vínculos laborales. No por nada estamos en el puesto 134/141, entre Zimbabue y Argentina, en relación a las prácticas para contratar y despedir (WEF). Esto explicaría en parte por qué siete de diez peruanos se ven obligados a trabajar al margen de la ley.
La buena noticia es que el Gobierno buscará actualizar el reglamento, para incorporar la jurisprudencia generada por el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional desde 1996. Entre los cambios propuestos, algo que llama la atención y que contribuiría a flexibilizar el mercado laboral es la implementación del “despido por bajo rendimiento”.
Bajo este esquema, el empleador podrá despedir a un trabajador si la productividad de este cae debajo del promedio del resto de trabajadores que desempeñan la misma función. Para ello, la empresa debe definir métricas de productividad objetivas, que deben ser informadas al MTPE y al trabajador al firmar el contrato.
La iniciativa es buena por dos razones. Por un lado, los empleadores podrán reemplazar a quienes le resten productividad a la empresa. Por otro lado, los trabajadores tendrán la tranquilidad de que no serán despedidos por factores ajenos a su rendimiento, lo que a su vez genera incentivos a incrementar la productividad.
Si bien este es un primer paso en la dirección correcta, aún es insuficiente para reducir la informalidad laboral. El efecto positivo de esta medida sería contrarrestado con un eventual aumento de la RMV, lo que afectaría a 12 personas por cada beneficiario (IPE). Es momento de empezar a debatir la tan ansiada reforma laboral.
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