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Después no vale quejarse
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Ya sé que a la mayoría no le interesa, lo dicen las cifras. Hablar del Congreso, más que hacerlo por pura lectoría, es hoy en día de una necesidad urgente. Así que me la juego. En veintiún días los peruanos tenemos que elegir congresistas y el desánimo es penosamente abrumador. Los mismos políticos se han encargado de socavar la credibilidad de una institución tan vital en una democracia. Quizá para que usted se encoja de hombros, piense que esto no tiene arreglo y sean ellos, al final, los que dominen el influyente espacio parlamentario. Fiscalizar, representar y legislar. Ser el contrapeso en democracia, ser su voz en una curul y crear leyes que hagan, en lo posible, un poco mejor su vida y la de los suyos. ¡Cuánto poder le daremos a 130 personas!
Lo que quizá hace patosa esta votación es que los disueltos postulen de nuevo. Rostros que recuerdan la confrontación política más reciente y virulenta quieren volver a las andadas. Así cualquiera se desilusiona. Pero es usted, sí, usted quien tiene hoy una oportunidad de oro. Usted tiene el poder hoy, y por usted lo tendrán ellos mañana. Así de crudo y decisivo.
No haga caso a lo que ofrecen los candidatos con su numerito pegado en el pecho. Es decir, ellos en solitario prometerán lo que sea con tal de salir. La cosa es lo que ofrecen los partidos que llevan a ese candidato. Este desconcierto es por el voto preferencial, que este nuevo Congreso tendrá que eliminar. Para eso vaya a Google y lea el plan del partido que más le suene. Descarte o confirme. Vea los debates en medios y fíjese bien de qué pie cojean. Lea las listas de arriba abajo porque, ya sabe, importa mucho más la cifra repartidora. Solo puede votar por un partido. No podrán hacer mucho pues solo tendrán un año y medio. Comprométase y vote bien. Después no vale quejarse.
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