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[OPINIÓN] Hernán Díaz: “Los que transan y los que no”
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Se ha vuelto muy difícil en el debate cotidiano llegar a los 15 minutos sin caer en negacionismo, absolutismo y demás ismos que solo nos sirven para levantar el impenetrable escudo de la irracionalidad.
El lamentable escenario que vive Ecuador ha abierto nuevamente la puerta para el cuasi-debate sobre el uso de la fuerza o el imperio de la ley, aunque por naturaleza no sean excluyentes. Están quienes defienden el Estado de derecho y los que, con la vena exaltada, piden bala a discreción. Y, en el medio, nada. Porque abrir ese punto medio requiere fundamentalmente apertura mental. Apertura para entender que se puede estar equivocado, que el otro, aunque parezca una locura, puede tener la razón.
En Ecuador, como en Perú, el narcotráfico se ha ido apoderando de escenarios trascendentales en la vida de los ciudadanos. El narcoestado no es un eufemismo, es una realidad, una tan grande que no se alcanza a ver desde nuestra pequeñez; pero está, existe, gobierna. Y el infame portero que abrió la puerta del Estado al narcotráfico fue la corrupción; y la corrupción destruyó a la democracia, que hoy languidece traicionada y es para nosotros la culpable de todos los fracasos.
Y, así las cosas, el debate cotidiano concluye rápidamente en que la democracia nada resuelve, es débil y, a falta de soluciones inmediatas, es la fuerza, no la de la razón sino la del fusil, la única que puede combatir y vencer. El monstruo es grande, y se alimenta de cada dólar negro con que compra votos y conciencias.
En el Perú, el mercado negro se ha visto alimentado por esta nueva clase de políticos que, además de supinos ignorantes, son tremendos cínicos mercantilistas. Pero, aun en medio de tanta sordidez, felizmente existen iniciativas ciudadanas que dan luz en el camino. Hay quienes creen que se puede torcer el destino y salvar el futuro del país. A ellos, tinta, hombro y gratitud.
PD.: En el Perú de hoy, no existe más el debate ideológico, desterremos ya la idea de que quien nos polariza son las ideologías. Aquí la cancha se raya entre quienes transan por cuatro centavos y quienes no.
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