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El caos vehicular exige una solución
“¿Acaso no ve por dónde van los carros?”, me espetó una sulfurada policía de tránsito. Iba al volante en medio del caótico tráfico de la avenida Tacna, en el Cercado de Lima, y, al doblar a la derecha por el jirón Ica, no existía ningún letrero, ninguna señalética, tampoco una pintura en la pista y ningún vehículo circulando; únicamente la reprimenda policial.
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“¿Acaso no ve por dónde van los carros?”, me espetó una sulfurada policía de tránsito. Iba al volante en medio del caótico tráfico de la avenida Tacna, en el Cercado de Lima, y, al doblar a la derecha por el jirón Ica, no existía ningún letrero, ninguna señalética, tampoco una pintura en la pista y ningún vehículo circulando; únicamente la reprimenda policial.
La escena era bizarra. La policía inventó en un instante una nueva norma de tránsito: a falta de señalización, que el conductor siga a los otros carros.
Este no es un incidente aislado. En el bullicio diario del Cercado de Lima, los lugares más peligrosos son numerosas intersecciones con inexistente señalética o mala señalización. La Municipalidad de Lima tiene a su cargo la seguridad vial a través de las gerencias de Emape, servicios a la ciudad y movilidad urbana; sin embargo, frente a una encrucijada despintada como el “jirón Ica”, la burocracia permanece impasible frente a los accidentes y los conductores sin sanción efectiva.
La discordancia de indicaciones confusas se repite con los semáforos. La incertidumbre por la falta de sincronización entre semáforos y las instrucciones de los policías de tránsito crea un entorno caótico. Peatones y choferes confundidos no saben a quién obedecer. En Lima existen 1,633 semáforos en intersecciones, de los cuales 1,424 están a cargo de la Municipalidad de Lima y el resto a cargo de cada comuna distrital.
La pregunta cae de madura: ¿por qué tenemos tantos policías dirigiendo el tránsito en zonas donde existen semáforos?
Según la Dirección General de Policía, los encargados de la seguridad vial a nivel nacional son 2,300 efectivos y sus funciones se duplican con el rol que corresponde a los semáforos, algo inusual en otros países en donde los policías tienen otras funciones y no dedican miles de efectivos a desenredar la congestión vehicular. Peor aún, esa duplicidad de funciones aumenta la probabilidad de errores y accidentes.
Frente al desorden, una solución sería el aumento de presupuesto en infraestructura, es decir, que la Municipalidad de Lima invierta en dotar a la ciudad de una mayor cantidad de semáforos inteligentes. Actualmente solo existen 772 que son insuficientes para generar un tránsito fluido.
También se necesita centralizar el monitoreo para evitar que los distritos tengan a su cargo el control en el funcionamiento de los semáforos que lejos de ordenar complican el tráfico. El portal Tomtom Traffic informa que Lima es la quinta ciudad con más tráfico vehicular en el mundo. Téngase en cuenta que sin avenidas amplias y planificación el destino es el caos.
Se requieren voluntad política y capacidad de gestión para ordenar la ciudad, que ya no resiste un tráfico caótico. Calles sin señalización, con policías que hacen las veces de semáforos, están lejos de ser una solución. La seguridad vial no puede estar relegada en una ciudad llena de accidentes y de horas hombre perdidas por el caos vehicular.
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