La desinformación es pieza clave de la derecha antiderechos. Por ello, esta semana políticos e influencers se alinearon con un engaño para alentar la transfobia en los juegos olímpicos.
La mentira empezó en redes sociales con publicaciones como las del congresista Alejandro Muñante: “La locura progre sigue causando estragos contra las mujeres: un hombre disfrazado de mujer demuele a golpes a la atleta Angela Carini en una competición de boxeo femenino en los JJ.OO. y es transmitido a nivel mundial”.
Ya ha pasado buen rato y hay suficiente información en redes sociales y medios que aclaran que no hay ninguna mujer trans participando en los Juegos Olímpicos. Que la boxeadora Imane Khelif no es una mujer trans, que es una mujer cisgénero, sin embargo, no se han rectificado y continúan divulgando el bulo y mucha gente sin informarse sigue haciendo publicaciones señalando como injusto que un hombre compita con una mujer.
A Khelif se le asignó al nacer el sexo de mujer, fue criada como mujer, se identifica como mujer y es admitida en los juegos olímpicos en la categoría femenina de box, pero los antiderechos quieren decirle a ella y al Comité Olímpico que no es mujer porque ellos deciden quién es y quién no según sus prejuicios y estereotipos. Pese a que fueron desmentidos recurrieron a inventarse otra mentira, que ella sería hombre por ser cromosómicamente XY, aunque en su sexo anatómico (genitales) sea mujer. Los mismos que enarbolan la campaña: “los niños tienen pene, las niñas tienen vagina”, dicen ahora que en sus esquemas de categorización no importa sino el sexo cromosómico. Cuando les sirve son los genitales los que dictan quiénes son hombres y mujeres, y cuando no, cambian de criterio. No les basta que Khelif tenga órganos femeninos, si no se ajusta a sus patrones físicos, corporales o de comportamiento, entonces para estos antiderechos no es mujer.
Lo que estamos viendo aquí, además de transfobia, es el resultado de darle la espalda a la educación sexual en la cual esta diversidad de la biología y del género se entiende y aborda sin prejuicios. Allí podrían entender y dejar a otros entender que los estereotipos de cómo debe ser una mujer no son siempre como los antiderechos dictan. Les vuela la cabeza enterarse de que pueda haber mujeres que son XY, y no dejan de ser mujeres. Para ellos esta diversidad no existe, y si aparecen en una competencia mundial tienen que buscar humillarlas públicamente.
El Comité Olímpico Internacional (COI) ha señalado en un comunicado que “todos los atletas que participan en el torneo de boxeo cumplen con las normas de elegibilidad e ingreso a la competencia, así como con todas las regulaciones médicas aplicables establecidas (…), y que al igual que en competiciones olímpicas de boxeo anteriores, el sexo y la edad de los atletas se basan en su pasaporte.” Además, refieren que la información que circula sobre Khalif es engañosa, ya que ella ha estado compitiendo internacionalmente durante muchos años en la categoría femenina. Que la descalificación del IBA en 2023, a la que recurren quienes están lanzando hate en redes sociales, fue arbitraria y sin debido proceso. Es decir, Khalif está en los Juegos Olímpicos porque cumplió los requisitos para participar en la categoría mujeres y en ese peso, sin embargo, esta información del COI es ignorada y tergiversada por los promotores de la transfobia.
Es deshumanizante que estén agrediendo así a una atleta en un debate público sobre sus niveles hormonales, sus cromosomas, su anatomía y sus órganos sexuales. Quizás este penoso caso pueda motivar a más personas a informarse más sobre el sexo, la sexualidad, el género, la diversidad y la variabilidad sexual, el sexo cromosómico, anatómico, gonadal, o sobre qué significa ser mujer cisgénero, que tanto preguntan en redes y, por supuesto, ser una oportunidad para recordar el respeto en el que se basan las Olimpiadas.
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