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El despelote como rutina
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El Perú como doctrina era el mantra de Fernando Belaunde Terry. Con razón, se le criticaba la ambigüedad comodona del lema, que no fijaba posición alguna y servía para eludir todo en lenguaje bonito. Qué lejos estábamos de imaginar que la política de hoy merecería eslóganes como el título de esta columna.
Escribir semanalmente, principalmente, sobre temas políticos, se ha vuelto una tortura. No recuerdo, desde el primer gobierno de Alan García, este nivel de desgobierno y crisis institucional. En ese caso, hasta el BCR estaba de cabeza, y casi no había institución pública que no fuera un desastre, y de esa salimos, por lo que no todo está perdido, pero ciertamente andamos muy mal.
¿En qué cabeza puede caber que se postergue la publicación de las cifras sobre pobreza? Tan grave como torpe, nos remonta a los tiempos de la invención de la inflación neta de Saberbein, cuyo deletreo del apellido ya anunciaba que no sabía bien del tema.
El ministro del Interior merecería ser censurado ipso facto. Lo de Pataz es intolerable, pues hay víctimas, y si en algún lugar podría servir el estado de emergencia era ahí donde es fácil saber quién está con la minería ilegal y quién no. Decir que esta última torre derribada no estaba en una zona declarada en emergencia es ya un insulto. ¿No se le ocurrió que, si ya habían volado torres, podrían querer repetirlo? ¿Cree que los que vuelan una torre viven necesariamente en el distrito donde está ubicada esta para que sea indispensable declararlo en emergencia? Si al ministro del Interior no se le ocurren estas preguntas, se necesita uno que sí se las haga.
También resulta increíble escuchar que la razón para desactivar el equipo que apoya al Eficcop es no duplicar funciones, justo, justito cuando existe la orden de detención preliminar al hermano de la presidenta. ¿En serio? Es obvio que sí se necesita un equipo especial, distinto al de la Diviac, porque cuando el poder utiliza el Estado para su propio beneficio, puede interferir en las investigaciones. Lo hemos visto por televisión varias veces. El último retrato, donde se ve unos zapatos de tacón en la esquina inferior derecha y una señora con gorra y lentes, vestida de “enestasfachasyonovengoaveralafiscaldelanación” sentada junto a quien aparentemente fue el topo que se captó en el equipo de apoyo al Eficcop para que datee lo necesario, es imagen clarísima de que lo mejor sí es tener un equipo especializado, lo más protegido posible de la interferencia política. El mismo hecho de que esa desactivación ocurra en simultáneo con la detención preliminar de Nicanor Boluarte parece indicativo de la necesidad de reducir al mínimo las posibilidades de filtración que, si no se han podido asegurar del todo con un equipo especial, menos se conseguirán sin este.
Ojalá que los ministros con mayor bagaje técnico aguanten tragarse el sapo, mientras esta degradación ocurre, porque solo serían reemplazados por gente dispuesta a tragarse lagartos. Ojalá la APEC no nos agarre con una chatura excesivamente visible, porque a la altura va a ser muy difícil estar. Cuanto más instituciones del Estado se puedan salvar de la degradación, mejor le irá al país, dentro de lo posible. La posibilidad de un recorte de mandato sigue siendo muy remota, por la sencilla razón de que 91 congresistas ganan más del doble de lo que percibían antes y no quieren cerrar el caño. En esas condiciones, que son estructurales, es muy difícil que se puedan obtener 87 votos para lograr una vacancia por incapacidad moral, no importa cuántos argumentos se acumulen ni la validez de estos.
En ese escenario, y con este Congreso prepotente y dilapidador, la caída en el grado de inversión es solo cuestión de tiempo. Ojalá me equivoque, pero no veo de dónde podría provenir la sensatez, el buen criterio y las ganas de poner orden en el desmadre institucional, con los liderazgos que hoy tenemos.
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