Detrás de la tensa situación política en Venezuela se encuentra una economía reducida a solo el 2% del PBI de la región. Esta situación, junto con severos desequilibrios económicos que provienen de los últimos 25 años, otorga un sesgo a la baja a las proyecciones de recuperación económica que apuntaban a un 4.6% para este año, según Focus Economics, con el riesgo de acercarse al -2%, ritmo promedio anual de los últimos 20 años prepandemia. Incluso con la proyección de recuperación inicial, aún el nivel de producción se ubicaría 16% por debajo del nivel prepandemia.
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El principal motor sigue siendo el consumo, en un país donde quedan 19 millones de habitantes (de 27 millones, luego de una emigración récord), que se espera que crezca 3.7%, sustentado en subsidios, pues el ingreso se ha reducido a un 25% del promedio histórico (últimos 20 años prepandemia) y la tasa de desempleo alcanza al 34% de la población.
El mayor gasto público mantiene a flote la economía, aunque no se generan ingresos suficientes para ser sostenible. El déficit fiscal supera el promedio histórico de 6.2% del PBI, recurriendo a un creciente y costoso endeudamiento que ha llegado al país a ser uno de los más endeudados de América y del mundo (168% del PBI en 2023). Venezuela entró en default (dejó de pagar su servicio de deuda) desde el año 2017. Analistas calculan que más de la mitad de la deuda pública se encuentra vencida, sin contar desde 2022 con clasificación de riesgo.
Venezuela es reconocida por la abundancia de recursos naturales (petróleo y oro representan el 98% de la oferta exportable), así como una ubicación estratégica entre Sudamérica y el Caribe. Las erradas políticas económicas han llevado a que la producción petrolera solo represente el 25% de su récord de 1973. El país cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, cuyo valor se calcula en 220 veces el PBI con los actuales precios del petróleo. El alto nivel de intervención del gobierno en la economía, la hiperinflación (que supera al menos los tres dígitos por año durante los últimos 10 años), la alta dependencia del petróleo y las sanciones impuestas por EE.UU. explican que el nivel de inversión privada registre una contracción de 16% respecto de su nivel prepandemia, según cálculos con cifras de Focus Economics.
La persistente salida de capitales y el deterioro de las cuentas externas presionan el alza de un tipo de cambio que el gobierno administra con devaluaciones controladas, que le permiten mantener un nivel de reservas equivalente al 9% del PBI. Analistas proyectan que, para alcanzar un tipo de cambio de equilibrio, sería necesaria una depreciación de 950% en los próximos años.
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