Se acerca la fecha límite para inscribir a los candidatos de las listas regionales y municipales de las próximas elecciones. El plazo para afiliarse se cierra el próximo 7 de octubre. A estas alturas ya deberían estar afiliándose los candidatos a alcaldías, regidurías y, por supuesto, la plancha regional, para así cubrir todos los distritos electorales que se encuentran en contienda.
Pero la realidad de los movimientos regionales es que están en la cuerda floja. Para ser sinceros, están prácticamente fuera de la carrera electoral para las elecciones de 2026. Me refiero, evidentemente, a las elecciones municipales y regionales, porque el tinglado que armó este Congreso de impresentables los ha herido de muerte y en el horizonte no se ve posibilidades de reconsiderar la votación.
Las bancadas que representan a los partidos políticos tradicionales del país saben que en las elecciones subnacionales siempre han perdido frente al arraigo y popularidad que tienen los movimientos regionales. Basta con ver todos los procesos electorales desde el año 2006 para corroborar esta afirmación; por tanto, los dueños de los partidos políticos siempre han visto como una amenaza la existencia de los movimientos regionales, y no tanto por el tema electoral, sino más bien por el negociado que significa vender candidaturas o servir de vientre de alquiler para cualquier iniciativa regional.
Por eso, en diferentes periodos congresales han buscado la manera de desaparecer a estas agrupaciones y ahora, de contrabando, lo han logrado.
Esto es un abuso sin nombre que atenta directamente contra la democracia y nuestro sistema representativo, porque justamente los movimientos regionales son las expresiones genuinas de las regiones, y en cada participación protagonizan fiestas electorales ciudadanas. De eso puedo dar testimonio, porque vengo de un movimiento regional en Apurímac. Soy consciente, también, de que en ese variopinto esquema de formación de movimientos regionales también se han infiltrado algunas mafias políticas.
Desde la asociación de movimientos regionales, que tuve el gusto de fundar, se ha tratado de llegar a un acuerdo con las actuales bancadas para revertir la situación, pero considero que eso ha sido una ingenuidad política, porque este Congreso los ha estado engañando. No pueden confiar en su verdugo, así que la suerte ya está echada.