Uno de los mayores desafíos que enfrentan los jóvenes hoy en día es cómo y dónde podrán desarrollarse profesionalmente. Por ello, los cientos de miles de universitarios en el país deben hacerse una pregunta clave: ¿cómo está afectando la inseguridad a mi futuro laboral?
Los jóvenes no son ajenos a los problemas de seguridad que perjudican a la sociedad. Saben que cada vez que se suben a un bus existe la posibilidad de que les roben la billetera o el celular. El lunes 14, en el distrito limeño de Ate, un sicario que se hizo pasar por notificador judicial acabó con la vida de un profesor frente a sus estudiantes.
Del mismo modo, son conscientes de la situación que enfrentan sus familias. Si sus padres tienen un negocio, ya sea una bodega, ferretería o restaurante, es probable que estén siendo extorsionados. También, entienden que estos pequeños negocios deben invertir hasta un 40% más en seguridad (cámaras, iluminación, rejas, entre otros), recursos que podrían haberse utilizado para hacer crecer el negocio. En resumen, los jóvenes saben que la inseguridad está haciendo cada vez más difícil emprender y prosperar.
Además, perciben una preocupante impunidad. Los delincuentes parecen actuar con total libertad, sin consecuencias. Más inquietante aún es la imagen que tienen de nuestros políticos, quienes deberían ser los encargados de resolver los problemas de la ciudadanía. Según un informe publicado en El Comercio, el 50% de los encuestados considera que la influencia de las industrias ilegales sobre los políticos es “muy alta”. Si el crimen organizado está tan arraigado en el poder, ¿qué pueden esperar los jóvenes del futuro del Perú?
Si el Gobierno no toma medidas urgentes y efectivas para combatir este problema, el panorama laboral para los jóvenes será desalentador.
La lógica es clara: hoy en día, el 75% de la inversión en el Perú proviene del sector privado, el principal generador de empleo. Si la inseguridad sigue aumentando, la inversión se verá afectada, y con ella, la creación de puestos de trabajo.
Por ejemplo, cuando un empresario extranjero evalúa dónde invertir, una de las variables que considera es la seguridad. Ningún inversionista serio pondrá en riesgo a sus trabajadores y sus familias. Por lo tanto, es más probable que escojan países donde el riesgo sea menor, dejando al Perú fuera del mapa de oportunidades laborales y bienestar.
Lo mismo ocurre con los emprendedores locales. Cada vez menos estarán dispuestos a emprender si deben enfrentar amenazas o pagar extorsiones, lo que reduce su rentabilidad y las probabilidades de éxito de sus negocios.
Esto es lo que se ve todos los días, y ante esta encrucijada, muchos se ven obligados a cerrar sus negocios, trabajar en la informalidad en condiciones precarias, pagar extorsiones o incluso integrarse a las industrias ilegales. La inseguridad, en cualquier escenario, dificulta el desarrollo de los jóvenes.
Desde la Confiep, hemos alzado la voz en reiteradas ocasiones, pero percibimos poca receptividad por parte del Gobierno. Esperamos que, por el bien de las futuras generaciones, el Ejecutivo comience a tomar en serio este grave problema.