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El mundo popular y comportamiento electoral
“Lo que intento decir es que no existirían ciudadanos preconstituidos ideológicamente a la izquierda, la derecha o en el centro. Nadie nace con su papel de votación”.
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El gran problema de quienes intentan o hacen estudios y aproximaciones sobre el comportamiento electoral o cómo se vota en este país es colocar la política y la ideología antes que la sociología. Lo explico.
El académico que intenta descifrar el comportamiento electoral casi siempre parte del criterio de que existirían bolsones de ciudadanos preconstituidos ideológicamente. Es decir, habría ciudadanos que “per se” serían de derechas, izquierdas o de centro.
Si bien las encuestadoras pueden tomarse licencias para reconocer de manera rápida y concisa el posicionamiento ideológico de los electores, los académicos no pueden darse semejante privilegio. Lo sigo explicando.
Puno, por ejemplo, es un laboratorio sociológico y de comportamiento electoral porque no obstante ser una región altamente de mercados populares (capitalismo del más puro) y de comercio y propiedad (sociología), vota hacia la izquierda (comportamiento electoral). Solo para añadir diremos que Alberto Fujimori llenaba las plazas de Puno y Juliaca, y el ‘chino’ tan de izquierda no era. Es más, no existirían los comercios en el centro de Lima sin las inversiones puneñas.
Puno es solo un ejemplo. No obstante, podríamos referirnos a los sectores D y E de Lima que votaron a favor de Urresti y apoyaron en su momento a Castañeda Lossio.
Ahora bien, vayamos a la tesis. Lo que intento decir es que no existirían ciudadanos preconstituidos ideológicamente a la izquierda, la derecha o en el centro. Nadie nace con su papel de votación. ¿Y entonces? Lo que existen son sectores sociales emergentes y/o populares que se expresan políticamente y encumbran al político/candidato que mejor representa su sociología. Aquí vale hacer la observación siguiente. Los sectores emergentes y populares no son conservadores políticamente, sino sociológicamente a través de sus instituciones populares (redes de mercados populares, familias, tradiciones, mano firme), que no son sino relaciones de colaboración y competencia.
Así, los mismos que votaron por Pedro Castillo, lo hicieron por Alberto Fujimori y si pudieran hacerlo votarían por un Bukele que ponga “mano dura”.
Aquí entonces vale reconocer y puntualizar el carácter antiestablishment de los sectores populares. El sur andino siempre fue antiestablishment más que izquierdista, y la derecha pituca no ganó ni por derecha ni por pituca sino por antikeikista y antifujimorista. Así también, el fujimorismo de la primera etapa supo consolidarse gracias a las disidencias de izquierdistas y apristas que terminaron operando políticamente para Alberto en los sectores populares.
Casi siempre ha ganado quien mejor ha representado a este mundo popular y emergente que “per se” no tiene carta ideológica de nacimiento.
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