El reto de Ledesma

Marianella Ledesma asumirá la presidencia del Tribunal Constitucional esta semana. Es un hecho notable. En conformidad con la política de desigualdad de nuestra historia, en 23 años de funcionamiento, habiendo pasado 26 magistrados distintos, y pese a contar con abogadas destacadas, solo hemos tenido dos magistradas. Un escándalo. Revoredo, de paso ejemplar al oponerse al autoritarismo fujimorista y, ahora, Ledesma: primera presidenta. Gran mensaje de quienes deben tutelar la igualdad. Y grande es también el reto que le espera.

El TC es un órgano en desprestigio. Una encuesta reciente le da un pobre 23% de aprobación (IEP). Como tribunal encargado de salvar heroicamente los derechos de minorías, la popularidad no debe importarle en demasía. Pero sí la confianza. Y la cifra trasluce desconfianza ciudadana.

El hábeas corpus de Fujimori –dejando el resultado de lado– es un manual de cómo no atender un caso notorio. Recordemos. Expediente que involucra a política poderosa se prioriza sobre carga procesal urgente que la precedía en la cola. No se explica por qué. Luego se anuncia el sentido del fallo sin contar con el texto listo. Consecuencia: días de especulación sobre un contenido inexistente.

Publicada la sentencia, no es clara en su motivación, evidenciando apuro y poco esfuerzo para llegar a consensos. Finalmente, se desestima bruscamente la oportunidad de una aclaración. Todo en un contexto en el que se ventilan en medios diferencias entre los magistrados. Urge en el TC pacificar discrepancias, reafirmar el compromiso con la institución y con justificar adecuadamente los fallos, un protocolo para atender casos notorios, replantear la necesaria relación con los medios y atender creativamente la carga procesal.

Es una lástima que una conformación del TC que ha emitido sentencias valiosas vaya a dejar una imagen disminuida de su labor. Aún quedan meses en funciones hasta que el Congreso los reemplace. Que el cambio que supone nombrar una presidenta sea señal de más rectificaciones.