Finalmente, se modificó la norma de crimen organizado, reduciendo de seis a cinco años los delitos que se incluirían en esta figura. Pero lo que se oculta, subestimando a la población, es que se ha incluido en el texto “en su extremo mínimo”.
Entonces, los cinco años ahora son peores que los seis de antes, dado que los operadores de justicia aplicaron la norma para delitos desde cuatro años en tanto que la pena superior fuera más de seis.
No es casual que delitos como tráfico de influencias y colusión tengan un “extremo mínimo” inferior a cinco años.
Con esta modificación, el poder y sus aliados siguen protegidos. ¿Por qué es importante señalar esto? Porque investigaciones como los Cuellos Blancos del Puerto, Lava Jato, los Dinámicos del Centro, el caso de Patricia Benavides, entre otros, que implican a autoridades y miembros de partidos políticos, así como familiares de personas en el Congreso, están blindadas por esta norma.
El crimen organizado, cuando opera bajo la protección del poder, se vuelve más agresivo y violento, lo cual es una expresion de la impunidad de la cual se alardea.
Están tratando de engañarnos con leyes que aparentan mano dura, pero son inútiles para perseguir delitos y útiles para proteger sus intereses.
Esto es una irresponsabilidad que muestra una peligrosa convivencia con lo delictivo. Nuestro país está viviendo uno de los momentos más difíciles.
Pero en medio de todo, el Tribunal Constitucional nos da un respiro al tomar decisiones que le devuelven prestigio desde lo jurídico, lo cual genera algo de tranquilidad.
Así como la libertad recuperada de un hombre que se entregó y colaboró con la justicia, habiendo sido detenido injustamente y presentado como trofeo para lavar la cara del Gobierno, ha evidenciado todas sus miserias y falta de resultados para combatir eficazmente la inseguridad ciudadana.
La Universidad San Marcos es un ejemplo de lo que puede suceder cuando un sistema electoral es controlado por quienes desean perpetuarse en el poder, pero también es un ejemplo el poder del valor y la unidad de estudiantes y maestros que lograron suspender el proceso. Todo lo mencionado es una muestra del camino a seguir.
Para terminar, un mensaje claro del cardenal en la homilía del 18, a las seis de la mañana, condenando la crisis institucional, la violencia e impunidad, entre aplausos de los feligreses que tanto necesitan una voz pacífica pero firme.
Así seguimos, con altibajos en este mes morado que nos plantea nuevamente la necesidad de esperanza y unidad. Elijo tener fe.