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Ya era hora de que la calamitosa realidad de Petroperú finalmente se sincerara.
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En la última sesión del directorio de Petroperú se puso el dedo en la llaga y se tomaron decisiones sustanciales y, al parecer, definitivas. Acuerdos que debieron tomarse hace años, como la venta o alquiler de bienes suntuarios que no eran imprescindibles para el funcionamiento de la petrolera, propiedades destinadas al relajo o la recreación vacacional de sus trabajadores y ejecutivos.
Nos referimos a gigantescos inmuebles que, sirviendo de una suerte de clubes sociales de alto nivel, no rentabilizaban. Incluso la sede central de Lima, la enorme estructura de concreto en Paseo de la República, devenida ya casi en un elefante blanco, tendrá también otro destino. Y la empresa pasará –con todo el personal– a operar únicamente en Talara, ya sin local en Lima, salvo algunas dependencias reducidas con funciones muy concretas.
En febrero de este año, cuando la empresa estatal ya venía languideciendo por los forados en el flujo de caja y las deudas impagables, Perú21 puso al descubierto los lujos con los que contaba la planilla dorada de Petroperú.
Más de 60 propiedades innecesarias que habrían aliviado su situación si se hubiera tomado medidas de austeridad adecuadas, no ahora, sino hace una o dos décadas, por decir lo menos. Clubes de pesca, salas de bowling, casas de playa, piscinas olímpicas, lujosos bungalows, como si se tratara de una entidad boyante y sin los graves problemas financieros que venía arrastrando
Con la venta de tan solo ocho propiedades se habría recaudado unos 166 millones de dólares. Ni qué decir sobre las responsabilidades que en esto tienen anteriores administraciones que no llegaron a reconducir la situación. Especialistas calificados afirman que desprenderse de esas propiedades y que la petrolera pase al ámbito del Fonafe, sería un primer paso, importante, en dirección a su saneamiento.
Otras decisiones, igualmente significativas, son el compromiso de designar a un administrador privado (un CEO) en la gestión de la compañía y reducir drásticamente gasto corriente que se va en planilla de trabajadores y otras gollerías.
¿Serán suficientes estas medidas para reencaminar a la estatal? Dependerá de la rapidez con la que se adopten, para recuperar la confianza y replantear el modelo de negocio.
Ya era hora de que la calamitosa realidad de Petroperú finalmente se sincerara.
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