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A cabezazos
“En el corto plazo van por la Sunedu y ojalá que el ministro de Educación, Idel Vexler, no juegue a ser cómplice de aquellos congresistas con rabo de paja; esos que tienen desde tesis plagiadas...”.
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El activismo es necesario. Imprescindible en ocasiones. Sin él, la mayoría de los grandes cambios sociales y reivindicatorios de la historia de la humanidad no se hubieran producido jamás. Nunca.
Pero me parece que es pertinente señalar que el activismo por sí solo, sin estrategia que comprenda e involucre mecanismos que vayan más allá de la confrontación, con narrativas más profundas y atractivas y sí, con lobbies, que es una manera legítima de promover intereses y agendas, no es suficiente. El activismo piquetero, el ultra, por sí solo, sin una estrategia por encima y por los lados que lo acompañe, funciona como cualquier fanatismo, es un perro rabioso con una compulsión por destrozarse la cola a dentelladas.
El gobierno de PPK no tiene agenda de mediano y largo plazo que se atreva a ir más allá del destrabe como sea o de unas décimas más o menos de crecimiento económico. La agenda del Congreso, por otro lado, dominada por un partido que ha hecho del control político un látigo y del Palacio Legislativo un circo, no tiene más agenda que pegarle al gobierno cada vez que puede.
En el corto plazo van por la Sunedu y ojalá que el ministro de Educación, Idel Vexler, no juegue a ser cómplice de aquellos congresistas con rabo de paja; esos que tienen desde tesis plagiadas y certificados de estudios falsos hasta flagrantes conflictos de interés por su relación con las universidades negocio que quieren bajarse la Ley Universitaria o dejarla sin dientes. “Greed is good” en el idiolecto de Bocángel, Ávila y Rozas.
Esto debe ser enfrentado con bastante más que activismo de marchas y memes. Urge una estrategia que pasa –entre otras cosas– por entrevistarse con los que deciden y comprometerlos. No se demuele una pared dándole de cabezazos. Mucho mejor es usar una comba.
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