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Luis Davelouis: Atención Exclusiva
“Si pueden pagarlo, también pueden saltarse al Estado y practicarse el aborto en una clínica privada disfrazándolo de lo que sea, como de hecho sucede todos los días”.
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En Indecopi se está dando proceso a una denuncia absurda. Algunas clínicas veterinarias de San Borja están demandando a la municipalidad para que cierre su servicio veterinario comunal porque les malogra el negocio. Sí, es más o menos como que la Clínica Delgado (miren los números de esa clínica, son una maravilla) demande al Estado para que cierre el policlínico de Essalud de Angamos porque, como es más barato, la gente se le va para allá. Aún no hay una decisión tomada, cierto, pero el solo hecho de que haya sido admitida una demanda en ese sentido –insisto, ridícula– dice bastante de cómo percibe la realidad dicho tribunal. El argumento de los demandantes dice más o menos así: “Como no es una función de la municipalidad dar ese servicio, debe cerrarlo porque constituye competencia desleal”.
O sea, si quieres –por salud, por humanidad– esterilizar a tu perro o a tu gato y no tienes el dinero para pagar dicho servicio en una veterinaria privada, todavía hay sitio en el parque Kennedy para gatitos. ¿Hay un parque así para perritos? Es en los extremos donde los dogmas se pisan la cola. Sea el que sea: que el mercado se regula solito y que la sumatoria de las inequidades, los egoísmos, las codicias y las miserias de los hombres producirán un lugar con mejor calidad de vida para todos. O que si no vas a misa, arderás en el Infierno. Igualito.
También llevado al extremo, lo mismo pasa con las mujeres que no pueden practicarse un aborto en instituciones del Estado sin ser denunciadas y por eso se mueren. Si pueden pagarlo, también pueden saltarse al Estado y practicarse el aborto en una clínica privada disfrazándolo de lo que sea, como de hecho sucede todos los días.
Algunas inequidades son peores que otras.
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