Fernando Cáceres: La credibilidad de los antiextractivistas

Las Bambas es clave. No solo porque aportará más de 1.5% al PBI y permitirá seguir reduciendo la pobreza y aumentando el bienestar, sino porque marca un punto de inflexión en la credibilidad de los antiextractivistas, que esta vez se oponen a un proyecto apoyado por la población.

Veamos sus reclamos: cierre de radios; retiro de funcionarios responsables del estudio de impacto ambiental (EIA); presencia en la zona de altos funcionarios chinos; renegociación de tierras; no más concesiones mineras; demolición de la planta de molibdeno, mejoramiento del saneamiento (oponiéndose a cualquier APP); financiamiento de quienes se quedarán sin trabajo tras puesta en operación de la mina; liberación de detenidos, etc.

¿El problema no era si debía revisarse el EIA tras reubicar la planta de molibdeno y filtros? Hay quienes tienen reclamos de buena fe, pero este no es el caso. Ya no es creíble que les preocupe el medio ambiente, los derechos humanos, y menos que apuesten por una minería responsable (a otro lado con ese cuento, Arana).

Si a esta percepción se suma la presencia de etnocaceristas, es evidente que estamos frente a un proyecto político que ha encontrado en la violencia y la violación de derechos humanos su forma de operar. Es ese rechazo a la violencia, que busca paralizar el progreso alcanzado en las últimas décadas, el que nos ha permitido reducir la pobreza de casi 60 a 22%, y que es apoyado por las grandes mayorías de peruanos, lo que me lleva a sumarme al colectivo Peruanos por el Progreso, una confluencia abierta de ciudadanos y organizaciones que busca ser una voz no partidaria de mayorías que suelen permanecer calladas.

Necesitamos un nuevo Estado capaz de hacer frente a este proyecto político antiextractivista, que busca cualquier debilidad para jaquearlo, y que los candidatos nos digan cómo proponen reformar las instituciones para hacerle frente. Si se ponen de costado, perderán.