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Formar para transformar
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Por: Marisol Pérez Tello
Soy parte de esa clase política que ha perdido la capacidad de encarnar las necesidades de la gente. Siempre me ha parecido que las generalizaciones son injustas, pero lo cierto es que hemos defraudado a la ciudadanía, siendo incapaces de impedir que un montón de hampones y sinvergüenzas parasiten el aparato estatal, hasta convertirlo en una máquina incapaz de realizar algo eficiente y al costo real.
Por lo tanto, invertir en mejorar los partidos políticos será siempre la mejor decisión, y para eso se diseñó un sistema de financiamiento público directo, con plata de nuestros impuestos. Se destinaron S/74 millones para las organizaciones políticas con representación parlamentaria. El 50%, para gasto corriente del partido y la otra mitad para formar y capacitar… ahí está puesta mi fe, energía y compromiso.
La siguiente generación de políticos tenía S/37 millones para estudiar, conocer el Perú, rebelarse contra las inequidades, entenderlo, soñarlo. ¿Qué hicieron la mayoría de partidos? Con pena y para variar… nada o casi nada. La información hasta el 2019 está en la página de Claridad de la ONPE; saquen sus conclusiones.
No se ejecutó lo asignado, pasaron la mayor parte del dinero al año siguiente, no rinden cuentas y, para terminar, la noche en que se discutía la vacancia presidencial, al final de un debate estéril, entre gallos y medianoche, aprobaron una modificación al texto sobre financiamiento de partidos políticos, que, entre otras cosas, termina con la única posibilidad de cambiar la política peruana: formar a los cuadros; en las mejores universidades, gente con vocación de servicio, líderes de base, preparando en serio una generación de mejores gestores y políticos, con la posibilidad de gestar una generación de cambio.
En este Congreso han preferido cambiar la restricción de usar el dinero para formar, y abren una puerta, en el marco de la campaña, para encuestas y desarrollo de procesamiento de datos o herramientas digitales. En conclusión, se acabó la formación política.
Esto no fortalece los partidos políticos, y los seguirá convirtiendo en máquinas que, con excepciones, presentan gente sin preparación y la ponen a dirigir nuestro destino.
Confío en que los jóvenes se rebelen y no permitan que les roben las posibilidades de terminar con esta mediocridad; que la indignación logre encauzar las cosas y los electores castiguen esta sacada de vuelta en las urnas; o seguiremos siendo gobernados por los peores.
Merecemos más, tenemos que trabajar para eso, ocuparnos de la cosa pública. Solo así podemos soñar un futuro diferente y un país con un estado de bienestar que se construye con capital humano, con gente preparada para asumir la dirección del país.
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