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El género y la especie (humana)
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La Corte Suprema revocó una decisión inferior que removía del currículo escolar la referencia a que lo masculino y lo femenino tienen base biológica, pero también se construyen culturalmente. La afirmación resulta obvia; negarla implicaría, por ejemplo, que la supuesta feminidad de una cabellera larga y la masculinidad de una corta (como se exigía en los colegios cuando era chico) es algo “natural”, lo cual no resiste ningún análisis no solo científico sino histórico.
El tema es dónde termina lo cultural y empieza lo biológico; algo tan vasto en sus aplicaciones prácticas que ni el currículo ni todas las investigaciones científicas en curso van a poder resolver pronto. Parte de la guerra cultural sobre este tema se deriva de la terquedad de no aceptar cierto grado de incertidumbre en el estadio actual del conocimiento sobre los imprecisos límites entre lo biológico y lo cultural en materia de sexualidad.
Para algunos, cualquier alejamiento de una visión binaria –donde solo existirían “naturalmente” hombres y mujeres hétero– es “ideología” (de género), y por tanto creencia con agenda. Sí creo que existe la ideología de género, solo que tiene poco o nada que ver con lo que figura en el currículo. Basta leer, por ejemplo, Hacia una teoría feminista del Estado de Katherine McKinnon: el libro comienza comparando el feminismo (radical) con el marxismo. Y el paralelo resulta convincente.
Pero así como existe la ideología (inocua porque pocos le hacen caso a su radicalismo), existe también el “enfoque” de género, que los ultraconservadores niegan. Y este no pretende abolir los sexos, solo constata sociológicamente recurrentes desigualdades de oportunidades que es moralmente imperativo revertir. Eso es lo que la Corte Suprema ha convalidado.
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