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Guerra Fría 2.0

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El domingo pasado, durante el décimo tercer Congreso Popular Nacional, el canciller de China, Wang-Yi, al ser inquirido acerca de los problemas entre Estados Unidos y su país, aseveró que existen fuerzas dentro de los EE. UU. que buscan sabotear la relación entre ambas naciones y de empujarlos hacia una nueva Guerra Fría.
Lo cierto es que el canciller Wang-Yi sabe que desde hace un buen tiempo vivimos los conatos de una Guerra Fría, no una de guerras periféricas y efecto dominó, sino una esotérica que se desenvuelve -por ahora- en el campo tecnológico, militar y económico. Y una que se ha visto catalizada por las ansias expansionistas sin precedentes de China en todos los frentes, representado una amenaza a Occidente.
Pero nuevas guerras traen consigo nuevos contrincantes y escenarios distintos, mal harían los halcones americanos, especialmente los mediáticos, en buscar en sus empolvados archivos las tácticas que utilizaron la última vez. ¿Hacía donde va china y qué necesita para convertirse en una verdadera amenaza?
A diferencia de los soviéticos, los chinos han adoptado mucha de las virtudes de Occidente; han hecho suya la cruzada de la globalización, creen fervientemente en la apertura comercial y hasta cierto punto acogen y promueven la filosofía capitalista.
En su momento, los estadounidenses entendieron que para proyectarse internacionalmente tenían que primero consolidarse como nación. Ello significó resolver toda amenaza fronteriza, poseer el Pacífico y el Atlántico concretando así el control del país continente y asegurar la conectividad económica interna, dominando las fuerzas de la Gran Cuenca del Mississippi. Cumplidos estos requisitos, solo fue cuestión de tiempo hasta que reclamó su título de hegemon.
China es consciente que para dar el verdadero “Gran Salto Adelante”, como lo dio su rival en su momento, debe honrar la doctrina de Una Sola China, que conllevaría naturalmente zanjar de una vez por todas las espinas de Hong-Kong y Taiwán, llevar a compleción la iniciativa de la Franja y la Ruta, y convertirse en una potencia militar capaz de dominar los siete mares.
Estos esfuerzos se ven reflejados en los programas militares del gigante asiático. Solo entre el 2014 y el 2018, la marina china boto al mar más naves y submarinos que los que actualmente ostentan en su conjunto la India, Alemania, el Reino Unido y España.
El Partido Comunista Chino (PCC) está impulsando el proyecto de fusión cívico-militar más ambicioso a la fecha, que busca maridar la industria privada y la infraestructura civil con los objetivos militares de China. El comité que dirige estos esfuerzos es comandado por el propio Xi-Jinping que ha prometido construir un ejército de primera categoría para 2049.
Las nuevas guerras subsidiarias serán cada vez más usuales en el ámbito tecnológico. Esta vez los EE. UU. y China librarán una competencia para asegurar que otros países incorporen sus tecnologías. Como lo resalta Grev Lvesque, esto ha sido evidente en la pugna diplomática que libran ambos en torno al futuro del 5G en Europa, donde los EE. UU. busca impedir que Huawei sea proveedor de este servicio estratégico, ya que la empresa china responde directamente al PCC.
Por otra parte China debe convertirse en un jugador financiero de peso. El dólar es la moneda de uso en el 80% de las cadenas globales de valor y aunque los bancos chinos son mastodontes, su presencia es más nacional que internacional. Esto lo quieren revertir con el proyecto de la Franja y la Ruta, un esfuerzo de US$1 billón que busca desarrollar planes de infraestructura alrededor del globo.
Muchas de estas empresas terminan incurriendo en pérdidas, como fue el caso del puerto de Hambantota, en Sri Lanka, que ante la imposibilidad de pagar las deudas que contrajo con China terminó cediendo el control del puerto por 99 años. Muchos países piden reestructurar sus deudas, pero cuando se torna imposible, China se lleva la mejor parte.
¿Dónde queda el Perú en esta Guerra Fría 2.0? Por ahora en la mesa de los niños, callado y expectante. Tenemos mucho que perder y poco que ganar.