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Guido Lombardi: Difícil equilibrio
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Julio es el mes de la Patria y coincide con la presencia de numerosos circos en nuestro territorio. Quizá eso explique los malabares de la señora Heredia para vetar la postulación de Marisol Espinoza a la presidencia del Congreso, en momentos en que la vicepresidenta de la República consideraba encabezar una lista para disputar ese cargo con Luis Iberico.
El principal argumento para su posición, en la entrevista que concedió el lunes a ATV+, es la separación de poderes. Y, ojo, no hablaba la dirigente del Partido Nacionalista o la Primera Dama, sino la vocera del gobierno y portavoz de su esposo ya que, según su declaración: "Ollanta considera que alguien que debe reemplazar al presidente en su ausencia no puede presidir el Parlamento". La Carta Magna inglesa estableció la separación de poderes en la práctica durante el siglo XVII y luego Montesquieu realizó su desarrollo teórico en el siglo XVIII, para impedir que una rama del poder se atribuya facultades supremas. Se trata de un sistema de pesos y contrapesos, controles y equilibrios que limiten las facultades del gobierno y protejan los derechos individuales. Desde esa perspectiva, cada Poder debe ser independiente de los otros dos y las decisiones de un Poder no pueden ser modificadas y menos aún invalidadas por otro. La señora Heredia tiene, a juzgar por las asesorías que ha efectuado, experiencia en tratamientos capilares y en palma aceitera, pero ninguna en Derecho Constitucional Comparado. Ignora, por ejemplo, que el vicepresidente es quien preside el Senado (Argentina) o la Asamblea Nacional (Uruguay). Entre nosotros, está claro que la decisión sobre la presidencia del Congreso corresponde a los congresistas y, en ningún caso, a Palacio de Gobierno pero eso lo ignoran sus actuales inquilinos que, si algo han hecho bien, es contribuir a la desinstitucionalización del país.
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