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El guion de Salvador
“Será mucho el ruido de los opositores y no se descarta una censura por puras ganas de incordiar”.
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Salvador del Solar refresca el gobierno de Martín Vizcarra; no se puede negar. Más que por su sola llegada, el nuevo aire se respira mejor comparado con el soporífero César Villanueva. La renuncia del tarapotino estaba más madura que un mamey. Un giro de 180°. Del disimulo al histrionismo. Y el riesgo de que expectativa y realidad no se equiparen es casi una quimera. Porque, si bien Vizcarra pudo doblarle la mano a Fuerza Popular y al Apra con el referéndum, las fuerzas se reagrupan y se abren nuevos frentes de batalla. El subtexto de vencedor que Del Solar deslizó en su primer roadshow se aquilatará con la propia realidad. El mensaje de paridad es un buen comienzo, pero no debe ser lo que distinga su gestión. Horas de vuelo y horas que pasan; vaya dilema.
De hecho, fujimoristas y apristas —los otrora doblegados por Vizcarra— le acaban de mostrar el músculo al flamante premier. La interpelación a Vicente Zeballos es el saludo de bienvenida de un Congreso que se resiste a dejar su rol de obstrucción; más aún con el apremio por bajarse el acuerdo con Odebrecht. Tanto Fuerza Popular como el Apra se juegan todas sus cartas en su obsesión de hacer trizas la colaboración de los brasileños. Al ser obvio y sabido que Zeballos tendrá poco que responder, pues el convenio se hizo entre Fiscalía y Procuraduría, será mucho el ruido de los opositores y no se descarta una censura por puras ganas de incordiar y poner la pata encima. Resulta un mal augurio que Vizcarra haya criticado la dichosa reparación del acuerdo.
Intrincado guion que le espera a Del Solar en esta trama sobre el ala izquierda de Palacio. Es precisamente allí donde menos debe permanecer. Que se vaya a Las Bambas, al norte y a Madre de Dios. Más que luces y cámaras, su éxito estará en la acción. Mucha mierda, Salvador.
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