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El hijo de Putin va a caer
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“Venezuela no permitirá el ‘show’ de la ayuda humanitaria falsa porque no somos mendigos de nadie”. Ahí tienen a Nicolás Maduro en toda su inerme dimensión. Los camiones de la dictadura bloqueando el puente Las Tienditas, en la frontera colombiana, describen su vileza para con los venezolanos. El presidente Juan Guaidó gestiona la ayuda humanitaria, pero el dictador Maduro impide su ingreso. Según la Encuesta de Condiciones de Vida, hay 87% de familias pobres y 61.2% extremadamente pobres. El país se cae a pedazos.
Aupado por Rusia y la inteligencia cubana, Maduro aún no deja el poder secuestrado. Apoyado por una cúpula político-militar con las manos ensangrentadas por los millones del petróleo y la droga, el tirano resiste. Casi toda América y Europa reconocen a Guaidó como legítimo gobernante. Los que defienden a la dictadura lo hacen por interés económico; los venezolanos importan un rábano. Putin está furioso con las sanciones de Trump a PDVSA. De ahí que su ministro de Finanzas, Sergei Storchak, reconociera que Maduro tendrá problemas para pagar los 100 millones de dólares que vencen a fines de marzo. La deuda total que Venezuela le tiene a Rusia asciende a la fecha a 3,150 millones de dólares. Y desde 2006, Moscú y el gigante Rosneft, el mayor productor de petróleo en Rusia, le han dado al chavismo 17,000 millones de dólares en préstamos. Maduro es un auténtico hijo de Putin.
Se cuentan 966 presos políticos, según la ONG Foro Penal Venezolano. Unos 4 millones de venezolanos han salido del país; en el Perú llegarán al millón en 2019. Cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social dan cuenta de 2,573 protestas en enero. El final de Maduro está cerca; caerá como Gadafi y Husein. Tenga la bondad, amable lector, de recordar el 2021 a los que lo auparon en el Perú.
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