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[Opinión] Hugo Palma: ¿Los hombres de Castilla o de Castillo?
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En su discurso inaugural del 28 de julio, el presidente Castillo informó que nuestros antepasados “encontraron maneras de resolver sus problemas”. Pero fueron las usuales: los fuertes dominaban y los débiles, si resistían, los mataban o esclavizaban. No fuimos el paraíso terrenal, pero acabó por “los hombres de Castilla “...” con apoyo de múltiples felipillos”; quizá millones, hartos del yugo incaico.
Una década después se creó el Virreinato del Perú, como Cataluña y Nápoles. Sus habitantes vivieron en el siglo XVI la experiencia del poder europeo. Tampoco fue el paraíso. Cometieron atrocidades y explotaron a sus habitantes y riquezas.
Para su preocupación por el colonialismo, en vez de México y Estados Unidos el presidente debió viajar al Congo, excolonia personal del Rey belga. En el vuelo pudo leer “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad. Verificando los resultados, hubiera advertido las enormes diferencias con nuestro virreinato. Veamos. La Universidad de San Marcos celebrará su quinto centenario. La Reina Isabel de Castilla promovió matrimonios con los pobladores encontrados. Escuelas, iglesias y edificaciones testimonian que los llegados no quisieron solamente oro y plata. El virrey Toledo organizó la demarcación interna, Santo Toribio de Mogrovejo recorrió desiertos, montañas y selvas evangelizando y protegiendo poblaciones. Hubo instituciones y legislación y por abuso, pero también matrimonios, el mestizaje se generalizó.
Nada fue lo mismo en 1531 y 1821. España creó nuevas naciones; somos nosotros. No se juegue con distinciones étnicas discutibles, y si examinemos nuestro ADN habrá muchas sorpresas. Ricardo Palma dijo: “En el Perú quien no tiene de Inga tiene de Mandinga”. Y no se combatirá el inadmisible racismo multidireccional, apelando a “diferencias” que no deberían diferenciar a nadie frente a la ley, el Estado y los demás ciudadanos.
Y también pudo leer una biografía de Nelson Mandela, quien, tras 28 años encarcelado en el poder luchó por un futuro para todos. Apeló a la unidad y a los mejores: blancos, negros, indios y mestizos. La visión y la grandeza es lo que diferencia un presidente de un estadista. Para empezar, que su gobierno deje de parecer calco de Los Cuellos Blancos del Callao “solo los mejores amigos”; y que no lo integren investigados y sentenciados por terrorismo, su apología, corrupción y otros delitos y se nombren altos funcionarios por parentesco, incompetencia o ignorancia.
¿Pero cómo perderse los huevos rancheros con Maduro, Fernández, Ortega, Morales, López Obrador, Diaz Canel; y reunirse con presidentes latinoamericanos que, por enésima vez juraron eterna amistad, antiimperialismo, amor a los pobres y total cooperación para eternizarse en sus cargos?
Entonces, si realmente cree que “los hombres de Castilla” destruyeron mucho, que se cuide que los suyos no destruyan mucho más y en vez de “No más pobres en un país rico” tengamos muchísimos más pobres en un país pobre, pero eso sí, con no pocos nuevos ricos.
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