José Cevasco: Ayer montaña, hoy solo escombros

Cuando la oposición vitoreaba el resultado a su favor que mostraba la pizarra acrílica –llena de palitroques, como si el hemiciclo del Congreso no tuviera un sistema electrónico–, muchos integrantes del gobierno tenían sus caras desencajadas y sentían el sabor amargo de haber perdido el poder antes de que termine el quinquenio. Seguramente esta sensación era mayor en Palacio; la soberbia de la dupla condujo al oficialismo a esta debacle. Entre otras fallas garrafales, marginaron a un gran sector de los congresistas de Gana Perú, que inútilmente esperaron ser llamados para coordinar una agenda de trabajo común. Hoy se ha constatado, con la pérdida de la conducción del Congreso, que no hay congresista pequeño, que la fuerza congresal se siente cuando el grupo parlamentario está unido y existe disciplina, y no apetitos personales.

En un grupo parlamentario, se deben respetar los acuerdos y no las imposiciones. En principio, los que conducen un grupo parlamentario deben tener en cuenta que sus integrantes no siempre se conocen, tienen diferente psicología e idiosincrasia (muchos de ellos son de provincias). Lo primero que se debe trabajar es lograr una empatía común, un sentimiento de amistad, con el propósito de generar lazos sólidos que le permitan atenuar las crisis.

En segundo lugar, se debe tener presente que cada integrante del grupo llega desde su región con una agenda de trabajo comprometida con sus electores que deben cumplir al menos en parte y, en tercer lugar, ellos deben sentir que forman parte del poder.

Hoy ha quedado al desnudo la impericia del manejo político del gobierno; ayer montaña, hoy solo escombros, ¿serás otra vez montaña? Yo lo veo imposible, salvo que suceda alguna hecatombe.