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Juan Claudio Lechín: La cubanización de Venezuela y otras tendencias
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Al subir Chávez al poder en 1999 con la fórmula fascista de democracia controlada, llamada hoy populismo o socialismo del siglo XXI, Fidel Castro finalmente entró a gobernar directamente un país del continente; luego cayeron Bolivia, Ecuador, Nicaragua e incluso Brasil y Argentina. Sin embargo, la prensa, al no ver cubanos viriles gritoneando órdenes, concluyeron que su influencia era nimia. El castrismo actúa, como los soviéticos, a través de operadores o agentes locales que son, generalmente, ex guerrilleros formados en Cuba, comunistas e hijos de militantes educados en la isla, quienes son instrumentalizados por las salas situacionales cubanas, alegando un ideal autojustificatorio.
En Venezuela, la presencia cubana es obvia. Se los ha filmado hostigando grupos radicales, hay miles de dizque médicos y maestros, hay tropa regular y un alto mando militar cubano que gobierna desde Fuerte Tiuna (Caracas). El ejército venezolano es un ejército títere. Pero aun con evidencias abrumadoras, pocos señalan al castrismo como la empresa colonizadora y, al no apuntar al objetivo, nunca hay acierto y, por tanto, la derrota de la democracia ha sido permanente.
La señal clara de que Venezuela había entrado en la etapa de autobloquearse fue cuando Nicolás Maduro dejó de pagarles a las aerolíneas internacionales y estas dejaron de operar. La largamente cretina oposición política, como siempre, facilitó su plan. El cierre definitivo, la cubanización de Venezuela, es inminente. Si Brasil y Argentina salieron del zarpazo, Colombia y Perú se tientan con el precipicio. Juan Manuel Santos legalizó a las FARC (operadores pro-cubanos) violando la decisión del referéndum y Kuczynski, como Caldera, senil y sin aparato político, le entrega su gestión de gobierno a militantes de izquierda que lo están desestabilizando. Será un año movido.
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