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¿Cuándo no es no, y cuándo no es sí?
La lucha por la igualdad entre hombres y mujeres es una lucha relativamente nueva y por lo mismo mucha sucede en terra ignota, una tierra por explorar. Hay casos flagrantes donde no queda lugar para una —mala— interpretación. Las mujeres lapidadas en el mundo árabe, las mujeres mutiladas en África, las mujeres pateadas, golpeadas, quemadas, apuñaladas, ahorcadas en América, norte y sur y en todo el resto del mundo. Con ellas me paro hombro con hombro sin dudarlo un instante. Al igual que con todas las mujeres maltratadas; hablo por ellas y las defenderé sin excepción.
Y luego está la violencia sexual. Allí entramos en esa tierra sin mapas, una donde el explorador puede ser el explorado —o explotado— donde el descubridor puede también descubrirse a sí mismo. Esa es la última arena donde se juega el partido definitivo del poder.
Muy lejos de los crímenes que azotan nuestra sociedad, donde cada día muere una mujer, o varias, en manos de su pareja, víctima de una cultura catastrófica basada en el machismo y la fuerza, se está juzgando a Harvey Weinstein. Si Ud., enterado lector, va poco al cine quizás no reconozca el nombre del otrora poderoso patrón de Miramax, una productora identificada con el cine de calidad y de taquillas millonarias. Weinstein es, por ponerlo cristianamente, muy poco agraciado. Grande, gordo, calvo y panzón, con pinta de sucio –me tocó en la fila de adelante en un teatro en Broadway– es el reverso de la medalla de un George Clooney. Lo que no quita que tenga su corazoncito pero sin las expectativas de un Clooney. Hoy se le sigue un juicio en Nueva York por violación y por forzar mujeres a realizar actos sexuales. Algunos sucedieron hace 30 años, como la violación de la cual lo acusa Annabella Sciorra de “Los Soprano”. En esa época ella comentó que había tenido un encuentro “medio loco” con Harvey pero no lo denunció. Con lo que sabemos hoy –un piropo puede hacerle perder el puesto al presidente de una compañía– es válido que Annabella no pensara más en el asunto hasta ahora. El fiscal insiste que Weinstein actúa como un depredador sexual y pedirá cadena perpetua. Jessica Mann, una aspirante a actriz, sostiene que la violó en 2013; sin embargo, continuó intercambiando correos amistosos, aceptando cenas y teniendo encuentros sexuales hasta 2017. A cambio Weistein prometía ayudarla en su carrera. Saltemos los detalles sórdidos de las deformidades genitales de Weistein “y su olor apestoso” que Mann aportó como pruebas y vayamos al fondo. ¿Qué hace una linda chica criada en una granja de Wisconsin viviendo esa vida? Quiere ser conocida. Quiere tener 2 millones de seguidores en Instagram. Ser una influencer. No es solo víctima de Weistein sino de la cultura de la fama.
Weistein la usó. Pero ella también. Quizás en este juego perverso donde ambos se entramparon, el infeliz de Weinstein resulte ser el eslabón más carenciado.
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