Como propietario de un restaurante, me encuentro en una difícil encrucijada. Actualmente, mi negocio emplea a 20 trabajadores, la mayoría de los cuales gana el sueldo mínimo y complementa sus ingresos con propinas. Sin embargo, al considerar la posibilidad de crecer y contratar más personal, me enfrento a desafíos que podrían poner en riesgo la viabilidad de mi restaurante.
Mis asesores me han indicado que necesito contratar un médico ocupacional para cumplir con las normativas laborales. Aunque contar con un profesional de la salud es deseable para garantizar la seguridad y bienestar de los empleados, este requisito representa un costo adicional significativo. Contratar a un médico ocupacional costaría lo equivalente a varios salarios mínimos, algo que mi negocio, que apenas cubre sus costos y en algunos meses opera con pérdidas, no puede permitirse.
Además, si el restaurante sigue creciendo, también estaría obligado a implementar un lactario. Este espacio es esencial para cumplir con las normativas de bienestar laboral para madres trabajadoras. Sin embargo, no tengo un lugar adecuado para instalarlo sin sacrificar el espacio destinado a los clientes. Reducir el área para comensales afectaría directamente mis ingresos, comprometiendo la sostenibilidad del negocio.
La Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil), entidad encargada de supervisar el cumplimiento de las normativas laborales, impone multas severas por no cumplir con estos requisitos. Las sanciones pueden ser tan elevadas que, de ser aplicadas, me vería forzado a cerrar el restaurante. Esta perspectiva es alarmante, ya que no solo afectaría mi sustento, sino también el de mis 20 empleados y sus familias.
Esta situación refleja una realidad crítica: las normativas bien intencionadas pueden, en ciertos contextos, convertirse en barreras insuperables para pequeños empresarios. Aunque la protección y el bienestar de los trabajadores son importantes, es crucial que las leyes sean flexibles y adaptables para no ahogar a los negocios pequeños y medianos, vitales para la economía local.
Necesitamos un equilibrio que permita a los empresarios crecer y prosperar sin verse abrumados por costos adicionales insostenibles. Solo así, podremos asegurar un entorno donde tanto los trabajadores como los empleadores puedan prosperar juntos, fomentando un mercado laboral justo y equitativo.
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